domingo, 18 de marzo de 2018

ES PRECISO JUNTAR LAS MAN

Imagen cogida de la red





ES PRECISO JUNTAR LAS MANOS




Es preciso, allí, juntar las manos, hacerlas visibles en el granero,
recordar por ejemplo que no somos invisibles,
aunque en los zapatos
guardemos cierta dosis de metafísica.

No sé si es posible hacer florecer el mendrugo,
la intensidad sin restituir la alegría,
los vacíos de la sintaxis, a fuerza de existir en el pretérito,
en la garganta cobran vida las lejanías:
mueres o vives o te hundes en el horizonte.

Así de simple es este aquí tendido en el sofá de la locura:
aquí la hojarasca tiene sus funciones,
—sostengo mis huesos desnudos,
abiertos al azar de mi saliva,
derruidos en las visiones donde se funda el infinito,
quedados el pulso marchito de los papeles
a intervalos del bolsillo,
la flor en las arcadas del inframundo
del surco que cava en el pensamiento hasta la deshora
de la hoguera en la entraña:
lo imposible es más fuerte que el tiempo,
que todos los abismos juntos
en el sonambulismo de una atarraya:
¿puede conspirar la soledad
en una mortaja de insomnes cadáveres?

Después de tanto indagar en las antípodas,
encontré la respuesta: el graznido de los días sobrevivientes.

Nunca supe si era sólo consigna en frío secular de la eternidad
y sus aguas grises, intensamente oscuras,
como la piedra centinela de los lamentos que escarban
en el rostro, del guijarro con el cual tropezamos en las lápidas.
Ante el galope que nos arrastra en pedacitos,
Quizás la sombra del dolor se haga más densa y soberbia.
Quizás la oscuridad nos acecha
más allá de las máscaras violentas de las tormentas.

(Antes fue imposible discutir cualquier argumento:
cualquier disputa resultó en designios nefastos,
como ese desordenado pájaro del desatino que lleva al fracaso.
Sé que en tus manos también atardecen los alelíes,
aun así quiero ligarlas al féretro perdurable de mi alma,
y dejar que la tarde serenamente nos abrigue.
Allí en las alas rotas del espejo,
el ardor de tu cuerpo y mi sombra inmóvil de tiempo.
Y mis poros desangrados esperando el horóscopo,
o la lluvia que se inclina sobre las paredes de la nostalgia,
o la luz que huye suspendida de las mareas desenterradas.)

Si juntamos las manos, habremos hecho un solo camino:
un solo recuerdo en la luz del espejo.
Una sola luna en ambos costados sin melancolía.

Barataria, 2012
Del libro “BLUES”, 2012 (inédito). 140 pp
© André Cruchaga

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