miércoles, 7 de marzo de 2018

CLARIDAD DEL BASALTO

Imagen cogida de Pinterest






CLARIDAD DEL BASALTO




Veo el futuro reflejado en los asnos,
mi querido Sherlock Holmes,
el tiempo es un rebuzno pero no me rindo,
yo al muerto le conozco y gritaré su nombre,…
Julia Otxoa




Este tiempo de claridad al filo del basalto,
de mis ojos desembalsamados
después del grito que estalla en los brazos.

Despierto sobre los ciegos andenes de los relojes,
la noche desparramada mordiendo
la ceniza de los mapas que giran en los anillos de las olas,
en los dientes ligeros del fuego:
espero los caballos crecidos de la claridad,
(el eco de la telaraña sobre el eclipse)
el color de la fragancia en el ijillo del viento,
mientras la sed
crece en cada palabra,
mientras llego al fondo de la sangre de mis vísceras,
a la boca donde nace el poema.
A las locas tempestades del fuego o el hollín o el búho.

(Al final del sueño, la ventana colgada en el tronco
de la madrugada,
el silencio en la escalera oxidada del ronquido,
camisa y cábala, rotos los zapatos del mundo,
el golpe del sudor;
en este tiempo de recuerdo todos mis sueños:
esperé sol y lluvia,
el carbón del galope sobre los muslos,
el río del corazón sobre la tarde de las aguas ensimismadas.
A cada polen un cielo de pétalos,
lámparas compartidas en el camino del pan,
alrededor de la mesa la ración de sonrisas necesarias,
la abundancia del hambre para alumbrar las calles.
Después de todo,
mi País está aquí con sus ramas a flor de piel;
mientras los fantasmas persistan,
desaparecen las cucharas de la casa,
sorprende la carcajada del verdugo,
salta el vaso de agua como un fuego iracundo.)

El aliento tiene ojos múltiples,
vastos espejos en la mirada,
historias de sal en la garganta;
este tiempo, sin embargo,
seducido por la niebla,
el recuerdo arrimado al entrecejo de los caracoles,
húmedas botellas de luz en el los bolsillos,
perros reverberando en los clavos del vértigo,
lámparas apretadas
por el sudor de los amantes,
por las santas nostalgias que deambulan
con esquizofrenias de felino,
pedazos de albahaca,
náufragos en la sangre,
como la ceniza desparramada en los féretros,
y los animales lúgubres de las devastaciones.

Hoy ha llegado a mis pupilas, el tiempo necesario con sus pájaros:
el surco de centenares de ronquidos,
las manos tañidas de eyaculaciones,
sin verdugos, —por el momento—,
con viento y luces y peces de estornudos;
aquí con el decibel necesario para las onomatopeyas,
la fragua incesante del reloj,
el calendario en las raíces de la risa, la risa roja del gozo,
el tránsito por encima de cualquier bostezo.

(Alguna vez dijimos, hablamos, sobre la marcha,
el pecho como un mapamundi encendido de barcos,
la historia insepulta del surco,
los cansados teoremas del anacronismo,
pero no advertimos
que en cada peldaño de la escalera,
hay lunas fugaces y siniestras luciérnagas,
hay pozos de sueños
y pozos macabros,
que se roban los jardines.
A menudo, la sed,
resulta pequeña para todas las aguas del océano;
en cada oscuridad hay mapas con afluentes,
y aunque inmolemos la boca,
habrá otras bocas que hablen…)

Barataria, 2013
Del libro “CUERVO IMPOSIBLE”, 2013(inédito). 138 pp
© André Cruchaga

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