domingo, 3 de septiembre de 2017

FERMENTACIÓN DEL CAOS

Pintura de Richard Diebenkorn, cogida de Pinterest







FERMENTACIÓN DEL CAOS




En el fondo la historia no deja de ser la misma aunque de vez en cuando cambien los protagonistas y se profanen las entrañas de siempre: algunas veces nos hundimos en la mugre de soledad del pocillo de peltre del relámpago titiritero que se avista en las calles el grito  es el mismo en la gota de porfía de las sombras en las cuatro puntas dilapidadas del polvo en la tormenta de aguas de la esplendidez de la ceniza ¿quién escapa de las cavernas del sobresalto con un surco de salobres cadáveres y atriles de sangre por todos los costados?  Cada herida es implacable en el aliento juro que quiero adueñarme de los espejos saludar las espinas sin parpadear comulgar con mi propia fuga y más de algún imbécil de muchacho anidaba mis sueños en las esquinas: la fatalidad sonreía ahí de manera socarrona al punto de morderme con su filo detrás de cada mordedura me desnudaban los cuervos con su ritual oscuro espeso de lentas brasas de anegada gula y sin disimulo pero es historia hasta cierto punto asquerosa conciencia averiada de colmillos engaños como cualquier bulto en las pupilas claro uno debe también hurgar en la anatomía del odio en el caos fermentado de los borrachos en las heces optimistas del llanto en los amargos conformismos y los dolores de cabeza desde la noche entonces es válido abrazar amorosamente lo pútrido dejar a un lado las disidencias de adolescencia hacerle guiños a la infamia porque a la par de ella comemos todos los días junto a vos país sediento muerdo la vastedad de los periódicos y lamo las migajas que quedan en la lengua y me enrosco como un chucho encerrado en su jaula nunca he pregonado la marchitez de la rosa ni me he sustraído a ella pero tengo una ramita de paz en mi pecho suficiente para verla en el espejo sin que la falsa piedad se adueñe de ella ahora me avecino a la tarde de mi cadáver y no me incomodan la ingratitud ni el ser solitario: uno siempre tiene un apellido tatuado en la piel de la ternura suenan tantas cosas que me dejaron ciego las luciérnagas resuella la demencia con ojo de cíclope también el gusanito de risa que recobro en la almohada cuando ya nadie escucha al pájaro de fuego que circuncida las calles…
Barataria, 2017 

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