viernes, 12 de mayo de 2017

GEOGRAFÍA DE LA SOMBRA

Imagen cogida de la red





GEOGRAFÍA DE LA SOMBRA




En la geografía de la sombra, la música aterida del poniente con su peineta
perfumada de aldabas o su bruma de ídolos haciendo la siesta.
Quizá sea suficiente escuchar el murmullo del viento cuando cruza
las ventanas con su follaje de dolientes osamentas.

Hay sombras como un puchito de ruda en el aliento. Sombras de colillas
en la deshora del tabaco y en la vigilia quemante de las alas.

Siempre se dispersan las campánulas en los sombreros de lo agreste.

Sobre la abeja herida del pálpito, el metal del minuto deshojado,
las paredes de granito y los anteojos grises de las peluquerías.

Vuelvo cada vez que puedo a socavar mis ojos en el mantel del hambre;
y luego, en su gastada geografía, lamo las cornisas sin ningún protocolo.
A veces solo quiero desnudar mis alas, y enceguecer en mi sepulcro;
otras veces, mirar con indiscreción las fotografías del sedimento,
la hoja oscura del sollozo que se escapa de mis viejas manías.

Entre los tantos muelles a los que llego, está el de la impudicia:
a veces es atrio mi tatuaje, la dentadura olvidada de los meses.

Al desamparo de mis delirios, le añado ciertas pócimas, cierta camisa;
y a menudo, las piedras que desfallecen en las cáscaras de mi letargo.

Vacilo frente al aleteo de los prostíbulos.

Tengo por felicidad la patria de la sombra, los trenes sin frontera de sal,
y esa metamorfosis líquida de los espejos, digerida e intransferible.
Barataria, 31.III.2017

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