martes, 28 de febrero de 2017

LAS CALLES

Imagen cogida de la red





LAS CALLES




Al lado de los pensamientos, se suceden toda clase de calles. Desde luego
no son menos las castraciones y los pedales de un tiempo infame.
Cada quien huye humedeciendo pañuelos y sal. O busca en algún muñeco
muestras de redención: una sonrisa en vez de sudar la angustia.
Solo avanzamos inexplicablemente en lo inmóvil.

Cáscaras de saliva bajan y cunden la fisura empedernida de la almohada.

(Siempre resulta extraño desplumar la gota de cierzo, el ojo de luz que entra
a través de los zaguanes, los comedores de la calle y su embriaguez
de moscas, los desaparecidos que nunca saben dónde están.)

Cada cierto tiempo, las calles únicamente se llenan de ecos. Y trastos viejos.
Alguien ha dicho que se pueden confeccionar abrigos de telarañas.
Aquí sudamos el enajenamiento y creamos silencios artificiales: vemos, claro,
humazón de chorizos, y ruiditos de sexo sin ningún reposo.

—Usted también, por si acaso, hace sus propias autopsias.
O comparece ante una eternidad siniestra de cruces o de comodidades.

Según los espantapájaros del vejamen hay necesidad de convertirse
al cristianismo,  guardar alguna bolsita con escapularios en la cartera.
Algunos saborean el conformismo sentados sobre el pedestal de alguna estatua.
Claro, hay calles donde sólo desde la lejanía se oye ladrar a un chucho.
Quizás, allí, son otros los que defienden la memoria.

Como vos, mi vida sucede en estas calles y no es que camine dormido.
En realidad, uno arde en la desnudez de las palabras que abriga;
los contrastes delatan el oficio de las erratas… Se ofrenda la vida sin detalles.
Barataria, 06.I.2017

domingo, 26 de febrero de 2017

TEMPRANA FUGA

Imagen cogida de Pinterest





TEMPRANA FUGA




Súbitas calles muerden las sombras de mis pies. Hienden las sienes
las hienas sordas de la negrura; ciegas las infancias del ojo indefenso
ante el olfato roto de las alambradas.

Uno acaba cambiando de piel ante la polvareda, o la carcajada abierta
que nos desafía. A veces sólo queda cruzarse de brazos, adelantarse
a los horrores de la noche,
morder el pescuezo siniestro de las deshoras, jurarle a la reúma
del poder sobre las migajas, o encasquetarse en la boca
de los sombreros sin posibilidades de retorno.

Jamás se retorna a las mismas aguas, aun cuando giman las culpas.

En los alrededores de los sueños, hay necesidad de tocarle las manos
a las horas, precipitarse en las caligrafía de los cadáveres,
repasar las lápidas quebradas del aliento.

Ahora únicamente sobrevivo al ronroneo de la apariencia, al grito
desordenado de los candiles, al párpado quemado de premura.
Soy convicto de penurias, y confesas verrugas que de seguro requieren
más de una cirugía. Leo desde el calorcito de las cloacas.

Me divierte a fin de cuentas el fastidio, esta herida abierta que nunca
fue curada (me duele evocar la saliva de tu boca, no regresar al umbral
de tus muslos. Me duele el frío en mis manos.
Me duele pensar en los condones reales de la soledad y obligarme
a un tiempo de vómitos de tedio y a yermos ardimientos.)
Barataria, 04.I.2017

viernes, 24 de febrero de 2017

CUENCO DE LOS PÁRPADOS

Pintura de René Magritte, cogida de Printerest.





CUENCO DE LOS PÁRPADOS




Tras la furia del aire mordiéndome los talones, el cuenco de los párpados
acumulando su propia polilla, las atrocidades que deja la sangre
cuando se marchita la palidez cosida del aliento sobre el bostezo del sueño.

Sangramos de impotencia frente a otros mausoleos.

La demencia es tal como la necedad de las sombras, como los agujeros
de los ojales confinados a la herrumbre.

Uno se cansa del reloj clavado en el entrecejo, en la cabecita del alfiler que rasga
el grito del costado, los grises sin los cabellos de los santos.
Todo se acumula en la esperma peatonal de las imágenes diseminadas del país.
Es ciega la piel obligada a la tierra. (De pronto, de la estupidez pasamos
al sentimentalismo, a la proclama y al titerismo. No dudo, por hoy, en la demasía
de las luciérnagas, ni de cómo  golpea el falo en pleno frío todo el muro
de la noche y su conducto tintineante de éxtasis.)

A veces se necesitan pedales para incrementar la velocidad de los delirios.

Todo es necesario ante la congoja del alma, aunque parezca inexplicable.
Estornudo en mis cuencas, luego de pensar en las cerraduras y los zaguanes.
Ya de soslayo, las esdrújulas del granito en los ojos.

Es difícil la ternura en un paladar agrio. Difícil las tantas formas de morir.
Difícil el catálogo de los vacíos, la creolina de los enajenamientos.

¿Cómo es que el gozo se torna arcaico, detrás de pájaros desvelados?

—Para ciertas certezas, es necesario, una rebelión de bolsillos, o si se quiere,
un espantapájaros para desbandar los defectos de la mirada.
Barataria, 02.I.2017

miércoles, 22 de febrero de 2017

QUEMADURAS CONJETURALES

Imagen cogida de la red




QUEMADURAS CONJETURALES




Entre las tantas quemaduras conjeturales está el estrabismo de la luz
y su juego de ladridos derrengados.

Hay imágenes allí de espejos y cuadernos gastados por el sexo: los relojes
queman con su pelambre, mientras las catedrales se encaraman en uno.
Habría que ver cuánto tiempo se zambullen los pájaros en los monumentos
protegidos, en las lejanías donde ya no llegan telegramas, sino e-mails.
—Me ganás la partida con todas las postales de lluvia envolvente
en mi pañuelo. Yo ya he dejado de salivar como se hace en un hipódromo.
Es curioso eso de sobresaltarse con el ruido de un cincel.

Ante la proximidad de muchas alambradas, cojea la mudez en los barrancos.
En el interior de la boca, son extrañas las llagas de las dentaduras postizas,
y esa encerrona de humo en el pecho a punto del ahogo.

Todo el fuego gira como el reloj alrededor de los dedos y abstracciones
del alfabeto. De remate pescamos el asco, ácido, de precarios candiles.

Cada llaga tiene la desventaja de que no es inmutable: bebidos los analgésicos
para la esperanza, las arterias descomunalmente chamuscadas,
están allí, como una vieja almohada rescatada de un incendio.

(Yo en mi tentativa conjetural) el parpadeo ilegible y su exhausto día muerto.
Cada quien delira frente a la entereza de la roca y su aliento de mediodía.
Cuando la piel hierve hay una comezón en el aliento.

—Ahora quiero escuchar un blues y morder de nuevo la herida hasta sangrar.
Barataria, 30.XII.2016

lunes, 20 de febrero de 2017

ENCALLADO TIEMPO

Imagen cogida de la red





ENCALLADO TIEMPO




¿Serán siempre así los ruines vientos del destiempo, las cáscaras putrefactas
en el claustro de la conciencia?
Siempre es extraño eso de los encallamientos: es extraño jugar a la risa
y pensar en cómo desinflar moscas, viendo en el retrovisor de las tragedias.
Allí, poco a poco, el reumatismo visceral de la noche.
Un puñal duele lo mismo que en un aserradero tirando viruta en la osamenta.
Me asomo a la demencia de la noche y río frente pijamas irreales.
Barataria, 28.XII.2016

sábado, 18 de febrero de 2017

LUMINOSA SOMBRA

Imagen cogida de 123RF





LUMINOSA SOMBRA




Luminosa sombra la lluvia sobre el musgo, el oscuro paladar del tiempo,
y ese hueco de vertebras que todavía gimen.
Nos empuja hacia unas semanas que no sabemos la osamenta, también,
de las palabras, la tierra desasida de las irreverencias.
Descendemos hasta la soledad redonda de una lágrima, la sombra del pájaro
se hace transparente, como la luz que oscila obsesa y en sigilo.
Estalla todo el despojo y envuelve el horror de las exclamaciones.
Alguien nos corta la risa con sus letales manos.

Me hundo en esos pedazos que atraviesa el ahogo: los equívocos, la madera
inacabada, los explosivos tetelques que uno encuentra en los epílogos.

El poema, después de todo, constituye mi propio sarcófago.

Total es el mismo terror de todos los días, Dios ahí, muriendo en su propia 
eternidad junto al hombre, junto al rufián que predica los desiertos.
Es larga esta tortura,
e intensos los brazos húmedos de los inquisidores. Uno se muere en el conteo
aglutinado de las palabras, en esas pequeñas muertes diarias,
en el trabajo de las frazadas para arropar la fe.

Grito desde ese pedestal hundido: los círculos del sonido se tornan  rostros 
cercenados y concéntricos: repartido en la boca, martillo y cincel de algún 
sepulturero, —oye, sí, oye, los fantasmas del hambre acompañándonos.
Hasta allí el arrebato de los gusanos y la conmoción del sueño…
Barataria, 26.XII.2016

jueves, 16 de febrero de 2017

CIELO INERME

Imagen cogida de la red




CIELO INERME



Sobre la tierra, la piedra inerme con su lengua inexorable, el grueso destello,
solo de las pupilas, los rieles de abajo crudos como el grito.
Únicamente sombras sin que nadie ampare esta boca de cansancios.
De lo que nunca estoy desprovisto es de espinas y aguijones y de mundos
últimos y oscuros.

Sobre mí ese afán de cadáveres desde el cielo. Hay toda una invasión líquida
en el caos de todos los cuerpos de las epifanías.
Encima de los lapsus del sudor de las carpinterías, la esquizofrenia
de las semanas y su reuma de catástrofes.

No hay garantías para desamortajar todas las tumbas de la ternura y su ranura 
incestuosa y su conciencia de espejo agnóstico.

Para todos los horrores que vivimos en la psique, es necesario expropiar
el coito, nacionalizarlo hasta el punto del despojo sin condición alguna.
Todo deja de tener sentido a la altura del césped: la gris pupila del cielo
y sus ranuras disfrazadas
de dientes y pelucas y sus aguas de soledades y sus dedos de cóncavo umbral.

Todo se desquicia en los peldaños de las sílabas.

En los alrededores de la oscuridad las puertas sin monedas.
Estrechos mundos donde no cabe el pulgar de las moscas, ni los ojos
del sendero donde se acomodan las cacofonías.
Por encima de las altas breñas, el centelleo aturdido del cuentagotas
                                                                                                                         de las ovejas.
Barataria, 25.XII.2016

martes, 14 de febrero de 2017

SARCÓFAGO DE ARCILLA

Imagen cogida de la red





SARCÓFAGO DE ARCILLA




En cierta forma, siempre he odiado las ausencias y las distancias.
Nadie puede soportar tanta arcilla de olvidos, ni caminos sin boca y ojos.
En el ataúd del tiempo, los vacíos como una almohada de anestesias:
alguien ríe de excrementos impronunciables, desde epitafios entre comillas; una onomatopeya malsonante acaba siendo el oprobio.
Me gustaría que hubiera sinónimos irreversibles para el bautismo, afiebrados
como las pesadillas, vacíos como una ventana, indecentes como el sollozo
de la miseria, torcidos como la resurrección del cierzo.

(Vuelo, por si acaso, en el aforismo de una vagina, en el tropezón de una lengua
con jadeos, casi a flor de piel lo traslúcido de la salvación de mi alma.
Toda la lucidez se viene en la liturgia del ábaco.
La sal hiende los calorcitos de la saliva, la flama del alcanfor de las aceras,
o esa flor desteñida de taberna con rímel ahogado en la cadencia.)

Hay cosas que pasan mientras los pájaros cantan o se refugian en las ramas.
Antes era más rápido (me dice) el reloj de los recuerdos. Hay evidencia de ello,
aunque en algún momento escuche la expresión: ¡más despacio!
Así,  con las manos ocupadas y el sopor imposible del fluir.
Ahora sonrío restregándome la cara frente a las estanterías hundidas
de las aguas: siempre es así este juego de la nada, incluso de la muerte.
Debajo de la cobija uno cierra la respiración.

Alrededor del hundimiento parece que flota el estruendo de los barrotes.
En un país tan lejano no hay plomada para el equilibrio…
Barataria, 21.XII.2016

domingo, 12 de febrero de 2017

ROSA DE CENIZA

Imagen cogida de la red





ROSA DE CENIZA




Ahora, yace desvanecida la rosa en la ceniza de hielo del letargo.  Ida con la oscuridad que deja la luz durante la tormenta. En los guijarros de la lengua, las extrañas palabras de la hiena del tiempo. Todo lo desplaza el sonido del sinsentido, el mudo del vuelo que cabalga hasta sajar las aguas de los ojos. Allí, el aliento en su crujir terrestre y amontonado de la intemperie. Todo es abrupto como el frío en el pecho y los zapatos. Arrecia el bajo fondo de los umbrales.
Barataria, 19.XII.2016

viernes, 10 de febrero de 2017

ESTANTERÍAS CONVULSAS

Imagen cogida de la red





ESTANTERÍAS CONVULSAS





En el silencio se pueden ver las estanterías convulsas de los alfileres.
Las restregadas sordas de los chuchos en el polvo, me advierten de las moscas
apoltronadas en la orillita del misterio: su ruido negro es como una bocanada
de humo salido del candil empinado del ansia.

No es fácil atravesar el menudo hilo del aliento, sin alguna nomenclatura.

A cada rato el cuerpo babea sus aguas, tartamudea el barniz ceremonial
de las indiferencias, el rescoldo de las pupilas descompuestas;
en las calles siempre hay un olor sepulcral de huesos, de dril la gota de sudor,
el médano de fotografías carcomidas.

En el pulso tiemblan los refuegos de la desnudez y las diademas destrenzadas 
de los encajes, y los senos del disimulo encendido de las semanas;
el juego de dientes siempre intriga, lo mismo que las palabras
del remordimiento, o las pelucas trenzadas a empujones.

Junto a los disfraces utilizados para vivir, están los parches de misterio 
que uno quiere ponerle a la vida; están los golpecitos de pecho frente a la hedentina,
y hasta los gritos despeinados de las solapas.

Siempre ocurre lo mismo con los juguetes de cuerda para la niñez.

Uno sopla el fuego añadiendo saliva a la flama sin dejar de pensar
en el responso del olvido o en la tempestad minúscula de las piedras del mal.
La única potestad que advierto, es el ornamento a los goterones de ojos
al desabrochar el temblor de la carne justo cuando abro el pecho…
Barataria, 17.XII.2016

miércoles, 8 de febrero de 2017

ROCES CON LA ARCILLA

Imagen cogida de la red





ROCES CON LA ARCILLA




Huele mal toda la carne del ahogo, el dolor pantanoso del polvo, la absurda
neutralidad de los ojos, y la pureza de los embriones frente a los bisturís
ciegos de lluvia. Con los golpes alargados de la tempestad.
Dentro del ojo los perennes roces con la desairada risa  de lo extraño.
La hiel de pañuelos vuelve inédito cada uno de los sollozos del tiempo.

Sobre los pensamientos, los cementerios cubiertos
de rigurosa pasión; mientras, en el silencio vertical de los suspiros,
crece la hamaca de las miradas con un dolerse de kerosene entre el eros
de las tumbas. Sangran los croquis del luto.

Sangra la eucaristía del viento y ese prontuario de exhumación de sueños.
Más allá de esos rugidos sin sentido del cielo, uno siempre gime en las pupilas.
A veces es exhausto el enredo de la jaula y adusta la saliva.

Se llega al punto de amurallar las vigilias y las canastas amarillas
de los gestos de los cadáveres, y la carcoma del aguacero en las ojeras.

Nunca he sabido que tengan piedad las telarañas del insomnio.

Tampoco sé si es posible zurcir el aliento, esconder la sombra en una lágrima entreabierta, quitarle el cascajo de la noche a las sepulturas.

En toda la nostalgia del barro, el dios sepulcral de los inciensos,
los atavíos quemados del crepúsculo, la ruda masticada por lo del ijillo,
y el fuego que nos reclama a la hora de pensar en la aurora de los zapatos.
En medio de lo informe, este sudor de tiempo con sabor a humanidad.
Barataria, 15.XII.2016


lunes, 6 de febrero de 2017

ESPEJOS ABISALES

Imagen cogida de fotoaleph.com





ESPEJOS ABISALES




Acuden a mis manos en la desesperación del combate. Ajeno a las tantas bocas que tiene la severidad, empiezo la página de fuego con las digresiones de los autorretratos. Vuelvo a las calles a jugar con mi inocencia y a picar junto a los pájaros las magulladuras que provocan las sobredosis de cruces. A veces resulta imposible desoír el olvido de los sueños, y su extenuado escondite de fármaco. Siempre escucho desde lo abisal, las alambradas de las jaulas y el ruido de los esfínteres. (Hablo aquí de todos mis delirios y de los desperdicios relacionados con la oscuridad. Mientras silbo, ahorco hasta donde me es posible todas las eyaculaciones solícitas del caos. Otras veces me torno balbuciente.)
Barataria, 13.XII.2016

sábado, 4 de febrero de 2017

DEGOLLADURAS INMÓVILES

Imagen cogida de la red





DEGOLLADURAS INMÓVILES




En el estaño de lápidas del cielo, arde la parálisis o la destrucción de lo móvil, el metal fundido en los ecos de la garganta. Hay filos inexpresivos en el légamo de los pájaros, absortas porcelanas de la risa, vientos desbordados con cachivaches. Los embudos viven enrollados en mi cuello como un retrete de oscura mordaza. Ahora existen demasiadas sombras y enraizados cipreses en mi aliento. En medio de la noche se deshila el sonido de los zancudos; la piel tiene curvas de pálidas colillas, abunda el celofán de las pupilas en las fotografías, las filas petrificadas de los ataúdes, el enrarecido arco de los analgésicos. (Las herraduras de los sombreros atraviesan el centelleo de las velas; en la inclinación del acantilado, el talpetate encallado en la espuma, o la oscuridad descompuesta en los párpados. En algún lugar de las telarañas, se confunden las monedas)…

En todas las quemaduras acumuladas, resultan antilíquidos los murciélagos y la humedad chamuscada del aire. Todas las cobijas se multiplican de alfileres: el infinito juega a ser arca, o caja de Pandora.
Barataria, 11.XII.2016

jueves, 2 de febrero de 2017

SECRETA LUZ

Imagen cogida de la red





SECRETA LUZ




A doña Alcira Teresa Luppi Hang.




No hay luz secreta, ni palabras misteriosas. Mientras uno martilla en los sueños, los espejos acumulan inquilinos y alguna llovizna que amengua el polvo en las rodillas. La razón de ser, es ese conflicto del no ser. Los ahoras de ayer y todos los vacíos que sangran, como el pañuelo frente a los ojos, o los pedales del grifo de las calles.  (Nunca es fácil explicar los sollozos, ni los centímetros de indiferencia frente a los párpados, ni el ardimiento cincelado en los dobleces de la piel. Dentro de la gota de rocío, resplandece la sombra de los pájaros y algunas ramas con objetos prominentes y algunos brazos de lluvia inmaculada.)

En el cerrojo donde la astucia hace lo suyo, veo esos entramados de las celdas. Lo albo acaba por tener huecos y mutiladas mandíbulas. En la luz anticipada de las derivaciones, los excesos de las asonancias y sus domesticadas poluciones. Mientras mastico calles asfaltadas de hojas, el ruido de los cipreses y el crujido seco de la hojarasca al borde del barranco del tiempo…
Barataria, 02.I.2017

miércoles, 1 de febrero de 2017

SALMUERA DEL DESQUICIO

Fotografia de André Cruchaga





SALMUERA DEL DESQUICIO




A Pere Bessó




A la medianoche, la anarquía del sollozo, los días cansados de las distancias, la oscuridad desencajada donde lo caduco parece lo último de la exasperación. En la calle de los viejos  ángeles del sexo, el arte de sal en los párpados del beso. Uno acaba por hablar de lo irreparable como Freud, o del dogma lapidario de los sueños, o de la calma que vacía los deshielos. Ahora en los espacios sentimentales de la certidumbre hay tumbas como pasatiempos y poemas para engomar los parques sometidos a los reencauches. (Llueve de tal manera la indecencia que uno puede morder en círculos el pétalo de la rosa, o el sacramento del sexo amarillo de las luciérnagas.  Uno se harta de escribir poemas y tirarlos a la basura.  Es mejor el arco iris inconsciente de una vagina, a vivir habitado de espinas y pronósticos de bailarinas exóticas.)

Al final cada quien se divierte con el apocalipsis de los periódicos y la página ciega de la muerte. De seguro en el próximo paraíso habrá pájaros y peces en vez de infiernos. Un corpiño será la antesala.
Barataria, 07.XII.2016