sábado, 14 de enero de 2017

TANTAS VECES UN DÍA

Imagen cogida de Pinterest





TANTAS VECES UN DÍA




Nada más la piel, o todo el calendario apretado en el entrecejo.
Todo es el mismo trabajo confiado a los sentidos, a la calle, o al arado,
o a la boca que musita cada día, mientras se piensa en el poniente.
Ya he perdido la cuenta de todos los vuelos a plena luz del día, sin contar,
los pedestales de tantas noches sordas,
que han acontecido como símbolos disidentes del fuego protocolario
de la hoguera: uno se aferra a las sombras traslúcidas de la inocencia.
Tantas veces uno que el tiempo sazona las sombras.
Nunca hubo sosiego para aquellas terribles hambres: el mismo grito 
arrancado a la boca, los paraísos expulsados de la memoria,
la embriaguez inmediata de las onomatopeyas.
Siempre en el aquí, hay días avezados y hasta lamentos cuando llega
la penuria, y devastados entredecires en medio de las palabras.
No hay misterio alguno en este cuaderno balbuciente de oscura sal;
el infinito es sólo una tumba transitoria con amargos aperos.
Y aunque el asedio parezca una eternidad, lo cierto es que nos disolvemos
en olvidos, y en menudencias que luego aprietan el hastío.
Tantas veces un día, y vos, sin drenar las heridas arrancadas al aliento.
Después de tantas conversaciones, sólo me afirmo en el contrapeso
de los límites. Tengo registro de todas las respiraciones a trasmano.
Ningún pie es capaz de soportar un silencio prolongado.
Ninguna inclemencia es tan feroz como esta inercia del tiempo…
Barataria, 19.XI.2016

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