sábado, 7 de enero de 2017

PERENNE FUGACIDAD


Imagen cogida de la red





PERENNE FUGACIDAD




A Pere Bessó




Ahora es tiempo de escuchar la historia y arar, no obstante, en esa perenne 
fugacidad; nunca es en vano trepar los peldaños de las escaleras.
En la mancha de sol que cruza la piel, despertamos sobre el mundo del granito,
entre neblinas corrompidas y raros ataúdes.
Frente a la sombra, la lumbre fugitiva en los párpados, el eco de luz, la gota
de sal agolpada en la cara. La sed ligera, rota de las aguas.

Las imágenes quebradas en el tacto cuentan otra historia inagotable.
Cada quien respira en la carcoma amarilla del país, entre chunches viejos
e impotencias, entre paludismos y miserables soledades.

(Uno se estremece al escuchar el trueno, pero eso pasa como el sol de un lado
a otro, como el vaivén del agua sobre las piedras.)

Nunca se petrifican los imanes, después de asir espesas turbiedades.
Sí hay porciones de herraduras en la memoria y humo de agonía
en las palabras. Las espinas reafirman la ponzoña del vacío y la conquista
del caos y las fosas cavadas para los pájaros y las noches mientras se desvanece 
la luz y la punta de los crucifijos alrededor del paladar.

Ignoro quién permanece al borde del murmullo extraño de los presentes derruidos, 
quién deambula en el extravío fundado en el territorio,
quién es capaz de caminar a trasmano de las palabras.

Nada será siempre, sino esa sucesión de diapositivas donde la tristeza acaba por imponerse; de pronto, cunde el pánico en las esquinas donde la orina,
sin reparos, desintegra la utopía domestica del olfato.
Barataria, 11.XI.2016


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