domingo, 1 de enero de 2017

INCERTIDUMBRES

Imagen cogida de la red





INCERTIDUMBRES




En los interiores del polvo, nada es seguro, ni siquiera la lágrima
salpicada de eternidad, ni los ojos brincones de los intrincados girasoles
del tiempo. Siempre sobre nosotros la desconfianza y las pestañas postizas
del sudor. Nos sumergimos en esa piedra flotante de la noche.
Nada nos hace diferentes a la simpleza o adustez de lo postrero.
A veces, sólo son muecas y congojas las rodillas, los asombros,
que suscitan las sombras.
Sólo quiero entender la herrumbre y su consuetudinaria tristeza: quiero
descifrar los cuatro costados de la lluvia sobre los espejos.
Sobre el olvido, ¿qué hace realmente el tiempo, los ojos profundos de la avidez?
Ante lo irremediable, ¿dónde quedan los nacimientos y los caminos?
A uno se le tuesta la piel de tanto andar crecido en sollozos y cicatrices.
Cabecea el jengibre de la duda, y esa siempre burbuja de oscuridad alrededor
de las ventanas, entre la sombra y el plomo del aliento.
Ante el templo del estigma cada quien de seguro es deudor de su sombra.
Ignoro si existe vehemencia en este pacto con lo errático,
o es otra forma de colmarse con la crudeza de los poderes que rompen
las entrañas. Cada vez cabecean las túnicas en los rostros. Se extravían.
Desvela el ceño de metal de la noche, luego desciendo sin rostro y sin palabras.
Es irreconocible el escombro que se arrima a la respiración.
Al cabo, pagamos un precio por la tentación a tanta impunidad.
Barataria, 03.XI.2016

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