lunes, 16 de enero de 2017

IMAGEN DE LA CAÍDA

Imagen cogida de la red





IMAGEN DE LA CAÍDA




Es fiero todo este muladar del falso blanco en que la carne se presenta.
De hecho arrastramos las caras huesudas de los relojes.
Perviven las poluciones del otoño y las deidades caídas en el extravío.
Nadie intercede cuando el desuso cae al vacío, hay roturas y habituales 
retóricas de algo que los ojos no pueden garantizar.
En presencia de la orfandad, ésta nos convierte en la peor miseria.
Muchos sentimos la pesadez de los cascos en la boca, el trote de sombras
en plena salivación. Las caídas cuando son constantes, se amortiguan
en la memoria, luego la demasía las hace parte del escupitajo varicoso
de los días hondos que perviven en el cuerpo.
Hay tantas fotografías y espejos, que alguien sin más se convierte
en amanuense de esta oscura especie de reveses.
Sin reposo, tal vez, cedan los espectros sus rostros y su delirio silencioso.
Uno se mira en los desplomes de la patria: hay dudas y sordas madrigueras;
hay edades tan precarias como las espinas, sueños áridos
como los ojos sin lágrimas, como las sombras extrañas que destilan
los prostíbulos: ya nos hemos habituado a los designios descarnados.
Sólo hay calles superpuestas. Lentas calles bastante confusas de palabras.
El subconsciente no tiene compuertas para drenar las imágenes arqueadas
de las diademas, el río de caídas es una injuria a las ventanas.
Después de todo me quedan las paradojas y algún escapulario, por si acaso.
Barataria, 21.XI.2016

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