sábado, 29 de agosto de 2015

AUSENCIAS

Imagen cogida de la red




AUSENCIAS




Me sangran todos los pájaros acuáticos de la ausencia: sobre el paisaje ardiente
del pantano del pecho, este invierno a borbotones de peces.
Nada hay, también en mis bolsillos, salvo la brutalidad de tantas carencias.
Sobrevivimos al ojo montado en el paraíso, o a la caries del vejamen;
abajo, siempre de bruces la condición de herradura.
(Me faltas cuando la pesadez del murmullo sangra los jardines y la eternidad
se torna un drama; aquí nos entregamos a la frialdad de los huesos,
a la madera sorda del falso estupor, a bocas enlutadas que brotan de la ruina.
Me faltas en esta melancolía de girasoles desvaídos y desmemoriados.)
Cada espacio encorva nuestra esperanza, nos empuja hacia la sombra del grito,
a la piedra oscura donde no se permea la respiración,
ni se alzan diáfanos los espejos.
Uno aprende a caminar diluyendo todas las extrañezas ante las verjas curvas
del aullido: no es extraño el país de largas horas de tristeza; no lo es, también,
la turbia hazaña del granizo, la ternura que queda desnuda frente al horror,
la pesadilla del sudor de los prostíbulos,
los estornudos amarillentos de las tardes sobre la ventisca del calendario.
—En cada niño, cuelgan a menudo otras infancias, interminables lutos,
y silencios que solo se entienden en el silencio.
Dentro de los dominios de la herrumbre, (vos) desprendida de los moscardones
de mis costillas, como una campana sorda en mi sangre, muertos mis ojos
y dispersa la palpitación de los vacíos…
Barataria, 21.VIII.2015

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