miércoles, 29 de abril de 2015

NOCHE

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NOCHE




Algo me ha sucedido, no puedo seguir dudándolo. Vino como una enfermedad, no como una certeza ordinaria, o una evidencia. Se instaló solapadamente poco a poco; yo me sentí algo raro, algo molesto, nada más. Una vez en su sitio, aquello no se movió, permaneció tranquilo, y pude persuadirme de que no tenía nada, de que era una falsa alarma. Y ahora crece.
Jean Paul Sartre




Alta noche en las vigas de la casa. El tejado dibuja gargantas de ceniza.
Para no amanecer amordazado, deshago la jaula con mi tinta.
En la lengua que va arrastrando la luz del alba, las sombras miserables
que ya conozco. La compañía de al lado que no existe. Sólo las distancias
que vienen y van, los itinerarios vacíos del aliento.
Cuando la noche busca sus imposibles, petrifica la almohada.
Nadie ve el abandono en el ojal de la noche. Nadie ve la cara o cruz del harapo.
Nadie se conmueve ya, ante el ataúd que golpea consuetudinariamente.
Cada quien respira frente a los vitrales, la obscenidad de la ceniza.
Un recuerdo crispa mi aliento: el tiempo perdido buscando la luz…
En la desnudez de la alta noche, rompo el mito en la tibieza del vómito.
(En los brazos de otra alcantarilla, quizá encuentre el resto de heces del mundo,
el gris hundido de los puertos, la lengua enrarecida por tanta impureza.)
Después de todo, mis arrugas solo son conjeturas…
No sangra la noche cuando ya ha destejido todos los miedos.
Sobre el pavimento nos convoca el salpullido de los tragantes.
Ahora solo crece el asco y algún hígado en la boca de cualquier perro.
Barataria, 23.IV.2015

lunes, 27 de abril de 2015

INFANCIA CON FÉRETROS

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INFANCIA CON FÉRETROS




Yo sé de sus muecas y de sus vacíos interminables. Sé de los cuchillos callados
de la noche, mordiendo sin pudor el rostro silencioso de la infancia.
En la sangre corren las estaciones y el árbol de la respiración a merced
de las sustancias del miedo.
Sólo puedo decir que uno se desploma ante tanta hostilidad de muladares:
pagamos tan alto precio para vivir que nos olvidamos del frío
y sus uñas abiertas; nos olvidamos de la vida ante la muerte petrificada.
(De pronto somos la metamorfosis de respiraciones ajenas, la vemos tatuada
en el espejo de nuestra conciencia, aunque tengamos noción del suicida.
Siempre resulta grotesco el aliento en la inmovilidad ebria del granito.
En la plegaria de los féretros, la infancia vencida de las alas.)
Esta medianoche de jaula y vigilia, nos mantiene en una alegría prohibida;
amordaza hasta los últimos rincones de los huesos.
¿En qué lejanos sueños, éstos no están en manos de anticuarios?
¿Qué nombres debemos invocar, hoy, frente a tanta herida, frente al candado
mudo de la orfandad y la intemperie?
La razón de esta fiebre no debería tener pretextos, ni llenar los ojos de sal,
sino de barcos y trenes y alas. (No puede haber olvido en presencia de la luz.)
Caminamos, por cierto, pero a nuestra espalda, viene el aliento de la muerte.
Barataria, 20.IV.2015

sábado, 25 de abril de 2015

RECUERDOS VACÍOS

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RECUERDOS VACÍOS




(Recuerdo al país de las marchas y las manifestaciones, el país que buscaba
la democracia, el que invitaba al diálogo y que llenó de vida sin envejecer la esperanza; aun entre las balas había lucidez.)
Ahora, los terrones enmohecidos de las semillas, las ramas evaporadas
de las horas, el follaje flotante en la espesura del pecho.
Llovías entonces y florecías en mi paladar, estabas intensamente desnuda,
intensa en tu cuerpo sin sábanas, inagotable y verídica, tal cual los trenes
con alas y el cielo.
—En un momento nos perdimos en las máscaras de la noche. Eran los días
suicidas en la ventana, los extraños pájaros del paradigma. En tu cara
y en la mía, los recuerdos vacíos, salvo los pañuelos y las destrucciones,
las cerraduras y los tantos tropezones en ayunas.
Ahora, ciegos de herrumbre, convulsiona el campanario del futuro, sudoroso,
como las gargantas muertas de las palabras diseñadas para la noche.
A ratos la historia es sangrienta y nos amenaza con sus duplicados arpones.
(Duplica las desgracias; en su trance, se nos pierden hasta las reminiscencias;
en el simulacro de la nueva ropa, el mismo molde envejecido de vacíos.)
No importa cuál sea hoy el escenario: ya hemos envejecido en demasía como
para pensar qué otro nombre le ponemos a la eternidad.
Sobre los peñascos de la historia, la ceniza agita los sueños, los cálculos
de la publicidad, y tanto laberinto que nos grita sus panfletos.
Si  se nos vacían los sueños, también fenece la fábula sin hallar a los culpables.
Barataria, 18.IV.2015

jueves, 23 de abril de 2015

FORMAS MUERTAS

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FORMAS MUERTAS




Nos vence la hilacha de la herrumbre cuando muerde los retretes de la pólvora.
En medio del humo repican los pájaros sajados de la reminiscencia:
cada sepultura arde en los helados sueños de la desnudez. Quiebro la rigidez
de los gusanos sobre la losa, y el absoluto cerrado de la noche.
(Uno nunca sabe qué rumbo tienen los hilos del devenir, ni siquiera importan
los titulares con letras mayúsculas de los periódicos, ni las vestiduras que rumian
en las calles, ni los marcapasos que repelen a la muerte, ni los ataúdes
en el bajo mundo de los relojes. Hay tantas formas  muertas que uno desconfía
de los escapularios y las encíclicas. Se desconfía de la memoria y también
del hombre común que cruza la calle con castrada luz.)
En esta desigualdad de mundos en los bolsillos, la herrumbre agazapada
de la impunidad, y su silla de disimulos es conjunción de vómito y abstracción.
¿En dónde está el paraíso con su infinitud de surcos?
Hacia el pecho doliente y las sienes a punto de estallar, el disfraz y los misales
entre las manos, las camas ahorcadas en su inmovilidad, rígidas peluquerías
del presente; entre tantos caballetes de contrapartida, los espejos
de la superstición y el cielo feliz de la lejanía.
En la lluvia invisible de las conjeturas, otros destinos taladran los vilanos.
En el ijillo laborioso de los cántaros, esas formas muertas y prolongadas
de la negación. (Nada es breve en una ceguera consuetudinaria.)
Como en el desvarío que derrite sus aguas, esta voraz suciedad de sombras…
Barataria, 16.IV.2015

martes, 21 de abril de 2015

BOSQUE DESCENDIDO

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BOSQUE DESCENDIDO




lávame en la candente ceniza de tu cuerpo,
vierte tu dolorosa palidez en mis manos,
y antes que el crepúsculo descienda de los bosques
a tenderse en la arena como un lagarto acuchillado,
desgárrate los muslos con mi flecha de seda
César Calvo




Vacíame todo el tamarindo y la torreja de la ternura, muerde la espiga de la sed,
circúndame el violín del pecho que voy tras el sendero de azúcar. En la pupila
ciega, la cálida gaviota de tus manos.
Lléname este costal de ausencias del alma, trepa al árbol alborozado,
desliza la marea hasta que arda el infinito innombrable.
En el enjambre diluido repta tus muslos hasta traspasar la agonía.
Desciende hasta la sombra viril del azogue.
Amotina tus senos en las redes de mis ojos, salpícame de trenes y litorales.
Enrédame en tus poros de matorral ardiente, en tus ijares de íntimo pétalo.
Después, deshabítame de tantos espejos: quédate en mi sombra.
Quédate en los escombros de mi boca, en la fiebre de mi sed,
hasta que el incendio deshaga la última gota del respiro, el eco del desfogue.
Barataria, 14.IV.2015

domingo, 19 de abril de 2015

ALBA SUBTERRÁNEA

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ALBA SUBTERRÁNEA




La mortaja aletea en cada pájaro del calendario: escultura febril del enigma
que sostiene la sed vertebrada de la escalera.
Debajo de la crisálida los caballos salvajes de la noche en su posta.
Hacia lo súbito la bengala de los ojos y el silencio quebrado de la hondonada.
Han pasado década de filosas albas: hemos acumulado humedades y olvidos,
mareas infinitas,
y hasta naufragios en el escombro.
No esperemos milagros en los aguaceros devastados, en el altar imaginario
cuando nos cunde todavía el cataclismo y el moho inevitable.
En la arquitectura de los ojos, sólo el instante al que acude la voz.
Ha habido tanta ventisca que la tormenta se tornó anárquica (masticamos
los mausoleos recogidos por la saliva y las ruinas capitales de la inclemencia.)
Nadie nos espera, después de todo, en la noche oscura del sigilo.
Absorto, la media luz de la escalera y los agotados cadáveres de la respiración.
Barataria, 12.IV.2015

viernes, 17 de abril de 2015

ESPEJOS LÍQUIDOS

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ESPEJOS LÍQUIDOS




Todas las aguas del río descendiendo a mis pantalones: con mi humedad
a cuestas cobijo la noche. Corren las aguas sobre el espejo líquido que talla
el cielo; cada huella naufraga en los barquitos de papel que se deslizan
como pequeños ataúdes.
Vos aquí en las aguas rotas de mis manos. (Ciega y traslúcida la fiebre del alma
mojada en el espejo; en el limbo, Dios, inventando otras sombras,
otros días con brazos de ternura; otras brumas que no se disuelven de manera
inocente.) Hemos partido las aguas del incensario profético.
Desde el ojo, la sal derrumbada, el agua inventada del cordero. Extraño Paraíso.
Desde el caudal sombrío de las aguas, el corazón árido del pájaro en el desierto.
Desde los viejos comensales de las parábolas,
el inútil cofre de la memoria, el futuro absorto del mundo y sus huestes.
Por si acaso, lavo el ala y los zapatos, quemo la sordera que atraviesa 
corazones; quemo la cárcel de los pensamientos trasnochados, aunque siga 
siendo un proscrito de sollozos deleznables.
—El espejo no termina de entender la sombra inasible que nos aprieta el alma;
sobre los interiores impávidos, el sueño delata intemperies:
huimos de los desgarramientos que produce el precipicio, descendemos
hasta el océano, la huella del inconsciente nos abrasa con su oleaje.
¿Nos salvará, después de todo, la poesía fugaz del horizonte? (Nada importa
cuando el vacío de las aguas, es otro hueco de inclemencias.)
El espejo en pedazos nos impide ver con claridad el horizonte.
Barataria, 10.IV.2015

miércoles, 15 de abril de 2015

SUMA INCOMPLETA

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SUMA INCOMPLETA




Apenas reconstruidos los hundimientos, la suma habitada es incompleta.
Siempre hay sospecha a la hora de jugar con la bruma: el alba sin renovar
los cansancios, el ojo colgado de los ardores del condimento.
En los caracoles siempre queda algo que no se desnuda. La eternidad pierde
su asombro; en la destrucción, alguien se queda contemplando el caos.
Sumo espejos y siempre son incompletos los ojos.
(Siempre aquí, las cacerolas vacías: dejan a su paso nieblas y husos horarios,
cuerpos en penumbra, arqueadas sombras en la cicatriz del calendario.
Sobre el granito, el alma fría de las estatuas.
La ceniza es exacta alrededor de las cosas; en un instante caen los hombros
de la mañana, los días incompletos que picotean en las ventanas.)
En algún cuerpo inocente la sal colma con sus miedos.
Algo hace falta para trazar a plenitud los itinerarios del firmamento: hay algo
inalcanzable en esta intemperie de candados, en la semilla irrevocable
de la fuga. Algo queda del total desvarío de la garganta, o de la memoria.
Al primer hervor del tejado, mis días desenterrados de la fosa.
—Debajo del élitro, el armario que respira sueños y puertas; sólo quiero,
a fin de cuentas, seguir respirando en mi materia con todas sus estrías.
Toda la vida se abre a las simulaciones: la historia siempre resulta terrible
cuando se trata de hacer inventarios.
El alba, después de todo, no cabe en los bolsillos, ni en la memoria…
Barataria, 08.IV.2015

lunes, 13 de abril de 2015

AFINIDAD CON EL PRESENTE

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AFINIDAD CON EL PRESENTE




No diré ayer, ni mañana, rodeado de moscardones: de mi zapatos sucios cuelga
el horizonte; de mis trenes a hombros, el presente se desliza en mis huesos.
No diré noche, aunque sea la noche el harapo largo que amanece en el aliento.
No diré otoño, aunque el otoño sea otra forma de la miseria que cohabita
en el alba, junto al aire que derriba los pulmones y rompe los sentidos.
No diré ternura, aunque necesite de ella una dosis diaria para contemplarla.
En el dictamen del imaginario,
el camino revolotea de espaldas a los pájaros.
Diré sólo presente, aunque no signifique nada a la hora de recorrer los sueños
y la esperanza, ( los juegos sucios convocan siempre a la oscuridad
y no a la dulzura; los relojes se pudren como frutas en las cicatrices que nos deja
la civilización. ¿Quién sobrevive al maullido de gatos desgarbados, al grito
ronco de las ventanas, a la mugre que producen los urinarios públicos?)
En los linderos del presente, toda mi afinidad con el rocío agredido.
—Vos, yo, en esta herida de lo extático, diáfanos con almuerzos arrepentidos,
oscuros como los aleros de la penumbra, fatigados como el perro que quiere
ser escuchado. A veces el presente sólo es un día con semáforos y cadáveres.
Entro, por ejemplo, al mundo y allí los rostros de nadie.
Como el presente, entonces, mis años de bolsillos terribles y los girasoles
en manos del verdugo: en el estribillo de los sueños, el arbusto crecido del fuego 
y su lecho de delirio y presagio…
Barataria, 06.IV.2015

sábado, 11 de abril de 2015

DOLOR DE SER

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DOLOR DE SER




Bronceo mis raíces como un siervo en la jornada. ¡Este dolor de bestia y sueños!
Algo me dice que siempre será oscuro el matorral de los poros en la faena.
Aquí, exprimida toda clase de ternura: tiempo y hendiduras como una puerta
carcomida por la polilla; como un insecto disecado en medio del polvo,
las agrias azoteas del desvelo.
(Desciendo los últimos escalones de la carne; no hay edad para aguantar el hierro 
en los párpados, ni cielos que sean benignos con los relojes,
ni vientos que suturen la tristeza, ni mesas sin memoria gimiente, ni columpios 
que hagan desaparecer los trenes de madera del cansancio.)
Este dolor de ser simplemente entre risa y sarcasmo, entre ruido y bullicio.
¿Quién recobra su rostro en las calles y portales?
¿Quién se estremece frente a otros rostros?
¿Quién duerme en la sustancia del amparo sin que se recline en lo pétreo
de la fuga? Vivimos en un país de sordos, envueltos en el cristal gris del humo.
—Alguien, habla con su sombra y murmura su negrura como el perro taciturno
de la acechanza inclinada en los hombros.
¿Debo reír, después de todo, en la tierra del murmullo y el castillo de naipes?
La historia está llena de grafiti y transeúntes, de lloviznas tardías…
Este dolor de ser en aliento: espesos sedimentos de heces que dejan
los animales sobre las aceras estremecidas de la infancia.
En el centro de los atrios, el pregón del harapo y la fe ciega del Paraíso.
Barataria, 04.IV.2015

jueves, 9 de abril de 2015

SUENA EL LLANTO

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SUENA EL LLANTO




Donde acecha el llanto, el tiempo se detiene: cae hasta sofocar las paredes
del aliento. Mañana, otros recuerdos abrirán las ventanas: el tiempo es así
cuando golpea con estrépito en la puerta,
cuando las sombras se obstinan a su carpintería; (una hoja con furia muerde
los párpados, ¿huyo o me quedo en el pez de la mirada? El paisaje es pétreo
en los sueños, los insectos desvisten los poros, los columpios muerden los clavos 
del calendario hasta arder en las pupilas.)
Suena el llanto en los travesaños del sueño. La sal estremece los huesos.
No hay tiempo para recoger las monedas húmedas de las alcantarillas.
En cada cementerio hay gruesas substancias de cadáveres.
Cada ojo desnuda sus días de espejos. En la llovizna de la melancolía, 
el gris disparado de todas las banderas, los cráteres del miedo como las colillas
de la farsa en la sombra ciega del cuerpo.
—Siempre callamos el amargo de la mordedura. Debajo de los cielos
de la salmuera, la brasa fría de la bruma y los conjuros del cansancio.
En la desnudez del ojo, la memoria sorda del gemido: sordo el sofoco felino
del tejado y la pesada sombra de la humareda.
Como esos perros flacos de la melancolía, la historia de la patria prometida.
Barataria, 02.IV.2015






martes, 7 de abril de 2015

JARDINES ENTERRADOS

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JARDINES ENTERRADOS




En el centro del aliento, las tumbas de los jardines y la noche. Los mapas
subterráneos de todo aquello mutable: los alaridos del grito muerden
esta locura de estar todavía vivo. (Todo el pálpito se ha traspapelado
en la última bocanada de memoria. Todas las realidades juntas a la deriva.
Es costumbre la pantomima y los muertos.
Usted sabe que ya no hay tiempo ni siquiera para explicar los adioses.)
En el manojo de ceniza de las líneas zodiacales, usted y el mundo disputándose
los abismos del abandono, sin ningún reparo. Los días arados están muertos.
Enterrado el último sudor, sólo la sombra que habita el insomnio.
Enterrada la garganta del alba, la alegría irrecuperable sobre la mesa.
Después la escarcha y los calendarios devorados.
Ella, la flama o la mariposa, los otros sedimentos que transcurren en el hueco
del quinqué de las preguntas.
Enterrado, también el rostro de la lápida, ningún pétalo sobrevive al rostro.
Usted lo sabe cuando cruzó estos jardines dilatados de la desnudez.
Usted que lamió los ojos del semen hasta la última demencia de la geografía.
Usted que allí desvistió las aguas con sus manos.
Ahora hemos vuelto cordero el alba del origen y sombra el pez debajo
de la tierra. La nada repta con su látigo.
En el escenario del ahogo, nadie deslía el escombro de las palabras…
Barataria, 31.III.2015

domingo, 5 de abril de 2015

PÁJAROS

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PÁJAROS




A partir del alba las ramas del viento sobre el rostro del infinito. El abanico
terrestre del ala con sus ataúdes prostituidos: calles, callejuelas irresistibles,
caminos alimentados por el sueño de los zapatos,
sueño y destrucciones desde la altura de los candiles del sinfín.
En la navaja masticada de los dientes, las altas criptas de los desencuentros,
y el golpeteo indescifrable de la lejanía.
(Sólo son pájaros estas pesadumbres coaguladas en los años permanentes
del miedo; sólo son arlequines que juegan a mansalva frente al olvido.
Pájaros solamente con vestidos funerarios, pájaros entre escarcha de hollín.
El ojo consume el ronco aleteo…)
En la consumación del vuelo,  pululan los peligros de siempre. Siempre es así,
cuando el aliento no cabe en los bolsillos, cuando se muerden los diluvios.
Otros, nunca entenderán el anticipo al nido y al sustento.
Parto siempre desde la rama de la memoria; en el camino voy numerando
los adioses, la sal fúnebre de los desvanes,
hasta disfrazar el insomnio, hasta alcanzar el tren de las reverberaciones.
Nadie puede negarme las distancias: exhausto pasto en su herradura.
Para cada abismo y eternidad hay una escalera, justo así fundo mis puertos.
Donde el ave brota, surge la brasa y la audacia del viento.
En la rosa del pálpito, el tránsito y los desvelos del rastrojo y la luz.
Barataria, 29.III.2015