sábado, 23 de agosto de 2014

DECLIVE

Imagen cogida de la red




DECLIVE




Vacío de sesos, de corazón, de intestinos y de sexo.
Bendito seas, amor mío, por todo esto y por nada.
Por miserable y divino,…
Jorge Eduardo Eielson




¿qué historia es ésta de olvidos y declives? historia que empuja la sangre hacia huidas hasta el punto hondo del sollozo sordo el olfato con solo imaginar el hueco que horada la espuma detrás del garfio de la lágrima están juntos todos los recuerdos: el sudor grueso del diluvio el cuerpo el dolor el nido que fundamos al recorrer el goteo de la niebla a veces son amargos los trenes en las encías hoy es opaco el cuerpo las vitrinas y el pecho herido en el aliento fugitivo de las enredaderas todo sabe a herrumbre no hay azúcar en este precipicio ni agilidad de pájaro sobre la verja del blanco del cierzo sino insectos y sonambulismo telarañas y semillas en medio del estiércol nuestro mundo es un mundo incompleto: todo es inminente cuando se arquea el calendario de súbito te enciendes en mi nostalgia te filtras en el centelleo de la esperma alucinógena en los paralelos del tobogán de la yedra en ese paraje del colibrí de tu vientre aunque no estés estás como el ruido intacto de una carpintería (me quedo absorto siempre que llueves de llaves el afilado despeñadero de las telarañas entre los espejos de las sombras te ciño el patio de jade de la roca el camino de tus ijares de anís el astro al filo de mi patíbulo años fueron de brazos y tormentas años sucesivos de puertas acumuladas en los dientes de ventanas abisales adentro de la armadura del puño y la brida luego el instante ningún delirio forma raíces ni desemponzoña los pasadizos de los círculos glaciares ni los trópicos: al cabo después del desuello uno parte hacia otras ventanas u oscuridades todo es herencia del tiempo el tiempo que nos revela siempre el tiempo y su furiosa hondura) un día dejamos de ser vulnerables cruje el badajo de los farallones y las entrañas negras de la noche y el trapecio en la ganzúa amarga de los arrayanes qué fue de la hoguera del encaje explosivo de canela del culantro de tempestad de los relojes de la bóveda abierta donde el pabilo hacía islotes de esquirlas qué del puño de voracidades qué del afilado candelabro en el postigo de la tinta cedo a las palabras todos los suicidios cedo a los santos la esencia de los escapularios ahora he empezado a recoger en el guacal de la memoria todos los rostros del parpadeo: en el jadeo son innumerables los universos los movimientos del oleaje todo en el fondo dividido se convierte en ceniza cae la envoltura de los poros y el rostro cae el alto voltaje de las confidencias el alfabeto roto de lo tangible el andamio del firmamento de las palabras (la verdad ahora vivimos en medio del miedo y el crimen las fechas son idénticas a una cárcel ninguna historia nos lleva a alguna parte: el pasado es presente transfigurado siempre está allí la sensación de respirar diezmados por la muerte de nuestros pensamientos) a menudo solo somos lo inexplicable monumentos altisonantes de la libido pasada del sentido lívidas las cuerdas vocales del horizonte ante los dominios dispersos de la tormenta en nuestro alrededor espejean las máscaras como el escabeche expuesto a la perversión de los sentidos y el vinagre y el jengibre ahora resulta adorable la hostilidad del estupor de las pestañas postizas del sueño sabemos que las cruces no tienen horario ni fontanería el metal de la sombra que anega el diluvio negro del grito o la nostalgia —pienso mientras tanto en los otros horrores que aprietan el cansancio cuántas huellas en el litoral del cuerpo y cuántos bufones ante nuestros ojos quizá nunca podamos dejar de explorar nuestras penas quizá porque es la ceremonia a nuestra manera de vivir ese féretro insepulto de la certidumbre (mañana quizá nadie nos recuerde pero habremos escrito nuestro propio epitafio)…
Barataria, 21.VIII.2014

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