lunes, 13 de mayo de 2013

FIN DEL MAR

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FIN DEL MAR




Danzo sobre las últimas llaves de la espuma el hilo del agua sostiene los absolutos veo partir los barcos en cada mirada la infancia que acaba en los pájaros del aire las mañanas que se ahuyentan en presencia de la sal años después se ha convertido en pesadilla todo el universo aquí o allá balbuciente me he vuelto hijo pródigo duelen los ojos frente a  la desesperación del mundo me muerde el delirio de la sangre apretada los días sin ángeles que gritan por doquier  en la roca bañada por las aguas discurren los colores disueltos del designio (para vivir o morir me sobran las palabras entro y salgo de las aguas con mis propios recuerdos entro y salgo atragantado de la habitación del mar en cada extremo el confín escamas y peces de olvido golpes profundidades del mar en los oídos leo los versos del agua de la muerte ¿en qué medita después de todo el horizonte el vaso de la misericordia disuelto en los ecos? El péndulo del goteo golpea la desnudez las paredes líquidas de las sirenas la urbanidad del sudor en lo subterráneo) hijo de las urgencias  voy cruzando el hambre la sombra póstuma de las calles las sombras verduscas de las algas y ese desvelo intransigente de las estatuas: abismos y folios que han dejado a la deriva los faros en el telar de la retina es el fin del mar colmado de mis pensamientos transpiro todos los pergaminos de los naufragios es extraño el tiempo —me digo mientras la boca engulle el gris del crepúsculo del mar— es extraña la transitoriedad de los paisajes los falsos estupores de los jardines allí en los garfios del abrigo de las aguas la claridad de la urbanidad de las ventanas  —resulta que de pronto todo es incierto inciertas las oscuras calles de los roedores mis figuraciones anticipadas a los monumentos al oficio de tejer islas nada es irreprochable en el aleteo de la memoria: claro que ciertos miedos no desaparecen  en los nudos de la profundidad en el continuo braceo en pos de la luz: hay cierto mérito en las piedras la adustez que carece de humanidad propia la piel que se arruga y no vuelve a restañarse  aun con todo debato con las tormentas y huracanes: es el precio legítimo a pagar antes de sucumbir antes de que la alegría sea póstuma y me invada la fragancia rancia de la rugosidad de las heridas  con todo es extraño el paraíso ahora flaquean las piernas del extravío: todo viene a la memoria el mar los nocturnos del espasmo el hades con su sangre en el aliento de la espera en qué Ítaca recobro el calor de la coraza que haga soportable la humedad yerma y vuelva la fosforescencia —sin duda ya he traspasado los límites del asedio sólo espero como parte del botín que Hécuba entre y atraviese el libro de la sed sin vaciarme los ojos…

Barataria, 04.V.2013



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