jueves, 28 de febrero de 2013

RETRATO ADJUNTO

Imagen cogida del FB de Georgeta Tudora




RETRATO ADJUNTO




(Comienza mi mundo alrededor de las pupilas, entre cuerpos y estupores ahogados: ¿todavía perviven las vasijas de amaranto? ¿Hacen eclosión las aldabas en el aliento, el escombro de la neblina en la vitrina del anticuario? En el doble del retrato, el quejido del viento en las semillas: la sombra del tiempo y la imposible volubilidad del horizonte; fríos, los rostros inventados, la nicotina como un bosque de enigmas, cada ave muere en las propias urgencias de su vuelo. En la maleza, por desgracia, hay roedores y no hadas que renuevan la almohada. En la infamia del luto, toda la forma vencida de los retratos, todas las aguas descendidas del reloj.)

Cuando pasa la tormenta siempre seco mis zapatos con el tallo
de la historia. —El paraguas del instante abre sus brazos rotos, la luz
profusa que aún queda en la destrucción de la piedra del destello.
El sueño resulta ser un fantasma con hirientes y voraces colmillos:
Arde, en desorden, el pubis en mis manos, la mirada que nace al fondo
de la yema de los dedos de la noche,
los cabelllos insistentes del aserrín:
todo el relámpago entra en la campana del césped. Todo el afán ciego
de los ascensores,
el respiro doliente en las palabras del extravío.
Donde el dintel alumbra, la porción capturada de las sombras.
Es ahogo, también, la fábula del risco al borde del pálpito de la moldura.

Barataria, 16.II.2013



miércoles, 27 de febrero de 2013

MAR DISUELTO

Imagen cogida de la red




MAR DISUELTO




Como un céntimo de aguas interrumpidas, la sal del mar
sobre las piedras; me sorprende el trabajo de las olas, la pólvora
de la espuma con sus paraguas líquidos,
y ese trasiego de tiempo de las gaviotas
mientras vuelan.
En mi carne se agitan los peces del aliento del mar disuelto en el ombligo.
En mi casa me ejercito. Sólo soy aprendiz del granito, en medio
del goteo de la tinta,
el tiempo que acecha mis diminutos zapatos; a veces, ni yo me veo
cuando persigo las luciérnagas o pienso en alguna estación ferroviaria,
la de mi niñez ya fenecida. Uno, enredado entre tantas aguas,
aprende que el silencio también está hecho de semillas:
así vemos venir y partir el poema en nuestro propio pellejo.
A veces la existencia es invisible en la floración del polen;
con todo, la sed de la epidermis bebe en el cántaro
la desnudez de los zapatos,
los cuatro puntos cardinales de la madrugada, el semen del bosque
en trocitos de sonrisa.
Del verde del viaje de las aguas, le damos al destino su horizonte de hoguera,
—Sí, he aprendido que la palabra es también horizonte; y aunque el duro
trajín de las estrofas nos provea naufragios,
las aguas siguen allí, en el cántaro del colibrí ensimismado.
En el columpio de las aguas, el paisaje y el viaje, los kilómetros
de pálpito en la tinta, el azúcar del mar sobre el cuaderno.
No sé si es noche o día, juega el viento porque existe, —en el litoral,
el hilillo del destello, el remanso del poema que suma
los trenes y horas en la hamaca del columpio…

Barataria,  14.II.2013



martes, 26 de febrero de 2013

BARBECHO

Imagen cogida de la red





BARBECHO




I searched for a foreign land, for years and years I roamed
I gazed a gazeless stare, we walked a million hills
I must have died alone, a long long time ago…
NIRVANA




(A mereced de la piedra de toque del incendio que consume el pecho, el ciervo ungido en la penumbra del frío de madrugada de las ergástulas: veo la pira en el nudo del aliento y los vaivenes húmedos del espejismo, el altorrelieve donde declinan mis sienes y el sostén con sus dos hemisferios suspendidos. Gira el siamés del arcano de la herida al encuentro del ave con las secuelas del  trasiego. En la frente la bifocalidad de la quimera, las hélices comprimidas de las poleas: en las dos porciones de tierra para el barbecho, a piejuntillas, la hamaca del ahogo, siempre la sed que bebe cualquier espejismo. Así, entre las manos, el imaginado cierzo.)

En las legiones sin frontera del agua, fulminamos el estrépito.
¿Es hechicería, acaso, el acordeón del pétalo sobre las cárcavas de la rosa,
o es sólo una fluctuación de artificios,
donde el aderezo avanza hacia un estado de delirio?
—Veo caer la voz en el redondo cónclave de los peldaños del azúcar:
¿hay fábula en el treno?
Barcos existen cuyas sombras chocan contra los arrecifes. Bocas hay con candiles
invisibles: profusos estertores habitan el pecho, terrones de minutos
que uno quisiera embalsamar para los días postreros.
Para el énfasis del surco, no existe luz lógica, sino audaces escribas que hacen
de la tinta derramada, su propio pupilaje:
y, así, se perenniza el instante, el doble balbuceo que besa la armadura.

Barataria, 14.II.2013


lunes, 25 de febrero de 2013

RINCÓN

Imagen cogida de la red





RINCÓN




Como un cadáver en la memoria, el alquitrán líquido de la luz,
los segmentos de tinta en el almidón de las páginas vacías. Algo dejó
de ser vida en medio de la herrumbre, todos los días la usura
de los minutos, aquella vieja lisonja a deidad pura,
los ásperos dedos en desorden del bramido del gusano que estorba
en la voz: —¿en qué blasón de saliva los escrúpulos, la tiranía del asco,
y el contrapunto a despecho de las lecciones del cálculo?
Junto al pozo giratorio de la luz, debajo de las baldosas, quizás quede
algún trocito de conciencia
el libro de la desnudez a la orilla de los féretros,
el vaso que no cabe en el violento puñado del ansia, —porque las bocas
se precipitan en el vacío,
la noche desgastada en los codos de la mesa: —sálvese quien pueda—
de sus propios deudos que  a través de las paredes pervive el grito.
En el rincón de la noche, todos los días asesinados, bulle la respiración
en el peñasco, fatuos los anillos del eco.

Siempre es breve el mar en la jerarquía de los relojes, que a menudo,
la ceniza se convierte en insulto, ese extravío de luciérnagas sobre la rama
aterradora del búho.
(Al final,  el hedor de los sueños sin ningún disimulo, los extraños anillos
del caracol en la floración de la polilla.)

Barataria, 12.II.2013


domingo, 24 de febrero de 2013

GEOMETRÍAS

Foto de Photo spirit, cogida del FB de Mirela Ciortan





GEOMETRÍAS




La situación siempre es la misma, ¿cuál es?: uno debe redimir la bestia
que lleva dentro, volver transparente la luna parabólica  de las sábanas
de harina a la hora en que el reloj señala ciertas florescencias.
—Entre las diversas formas del relámpago, los cuadrantes de las estaciones,
el abismo que nos expía desde tus senos (allí,  la noche
cuando el grito penetra en lo oscuro, tormenta y andanzas encendidas):
sólo vos y yo en señal de este fin de mundo cada día más próximo
a los huesos, frustrados, esperando la resurrección de la ceniza en el Global
sex del diluvio universal.
Vendemos nuestras propias inconformidades, mientras cercenamos
la ternura, luego ensalamos los escaparates íntimos, ese laberinto
que me recuerda tantos incendios a la hora del desayuno de todos los días.
Cuando hacemos un recuento de nuestras propias miserias,
saltan las fotografías infames de la saliva, (la claridad incierta en el hollín)
el circo y su porvenir de maquillaje, las culpas oxidadas en el pocillo
de peltre, los ojos arremolinados, húmedos de delirio.
—Desde que confundimos la querencia de los sueños, con la drasticidad
de la costumbre, todo dejó de ser asombro inagotable: ahora llevamos
un asesino invisible en las axilas de la aurora, (la miseria propagada en la tinta)
una culpa inconfesa que muerde el futuro de los sueños.

En la lámpara del poema, se repite el conjuro de las palabras; las aspas
de la tinta, encuentran su faceta circular en el fogón del taburete.

Barataria, 17.II.2013 


sábado, 23 de febrero de 2013

RESPIRACIÓN

Foto de A Lifetime Photography, cogida del FB de Hedes Andrea




RESPIRACIÓN




¿Acaso cabe en los neumáticos vacíos del universo la longitud de la voz
que gira en la sombra a ras del suelo? —En pedazos inasibles la batalla,
y las encías rotas del calendario.
En el tropel de las estatuas, el discurso del método.
Tiembla el ojo en la sombra que lo ahoga, innecesario que enmudezca
el tiempo cuando ya han sucedido todas las convulsiones del extraño
movimiento de los pedales.
Desde los pies la ceniza celebra el sobresalto.
Entre lo que se fuga los párpados caídos de la ceniza, las gotas
del sonambulismo en la piel, los fríos oscuros de la respiración crispada.
Por la vía del disfraz, el último ardor y el cementerio de las alas:
los andenes acorazados por el pulso, las aguas hasta el cuello
del estremecimiento. En la estación de la lejanía, los párpados como puertas
derruidas, allí, los movimientos sumergidos de las uñas, los nombres
abandonados en la tormenta.
En cada movimiento de campanas, la lengua nocturna de los muertos,
y la ansiedad, vista desde el musgo de su propio oleaje.
—Supongo que ya no hay razón para el fuego sostenido en las manos,
cuando todo alrededor es arrasado por la ebriedad invasora del túnel
que crece en la somnolencia de lo implacable.

Sobre los andenes del picotazo, el tren moribundo de la garganta.

Barataria, 16.II.2013




viernes, 22 de febrero de 2013

MIEDOS

Imagen cogida de la red




MIEDOS




Ta peur est comme la foudre sur mon port.
RUBINSTEIN MOREIRA




(Para ningún sueño hay posibilidades con tu nombre: todo lo perviertes, lo magullas, lo asesinas con las frivolidades del terror, silba en los bolsillos la desconfianza, siempre a merced de los oscuros relojes de la calle, los hirvientes umbrales del entrecejo: a cambio de la aurora, tenemos callosidades de escarcha en las sienes y un delirio que no cabe en la memoria. Todo lo humano pervertido en la saliva, ¿dónde quedó la lucidez de las gaviotas? Sólo hay espejos de saturada neblina, girar sin sentido alrededor de las luciérnagas, cavas las axilas con las uñas del antifaz y luego lames la respiración del petate. En las lunas febriles del semen, los dientes disueltos en los ecos oprobiosos del desvarío. Existes a medio cuerpo del embalsamamiento, en las marcas y patentes del miedo, en el tormento de la furia de los espejos. Marcha en fuga el velamen de las palabras.)

Y ya casi la hora, todo ha sido truculencia. —(Puedes argumentar
lo que quieras), nada tiene sentido a estas horas del amanecer, aquí cuando
de pronto el insulto es gratuito,
y en soledad se apela a la noche, al mundo si se quiere del exterminio.
—Jamás el mundo fue hecho a la medida de alguien, a menudo la cuna
náufraga en plena noche,
cada instante marcado por revelaciones bestiales,
el doble espejo debajo de las sábanas, la asfixia atroz de los sentidos.
Como todo lo perecedero, jadeo y zigzag ceñido a lugares lúgubres, a la mueca
de embudos del asco, a la pobre jaula del monólogo cuyas esquinas,
vacían los ojos que contemplamos.
Y hay algo todavía en la proximidad: la extraña inquietud por la risa,
o la caricatura del horror que nos sobrevive con peculiar odio de clavos.
Entre esa destrucción, respiramos para morir en los ecos del aljibe.

Barataria, 13.II.2013


jueves, 21 de febrero de 2013

INSTANTE

Foto de ART Pixx Elle, imagen cogida del FB Claudia Moscovici 





INSTANTE




(Abres la ceniza del pájaro sediento, girasoles en la soledad del poeta, la luna ancla en tu sombra de barco, allí, con viento y libre de cansancios. Suena el metal en el viejo poema de mástiles, el portón que va conmigo como en una especie del ritual de la muerte. Dejadme transpirar este instante, los dedos porfiados puliendo el ombligo de la aldaba. Sé que en mi garganta, enterrados, los nudos de la muerte, el eco que la llave arranca a la madera, el ave de tus manos que seduce mi sepultura. Entra ya a las viriles palabras del espejo, a esa vida entera de las furias, a la vida que jamás reposa en la espiga del filo de la carne. En la densidad del surco ávido, la ola sigilosa del rumor del encaje, el sabor rojo de un epitalamio.)

Toda la madera tiembla en los silencios del hambre. Toda la madera.
—¿Cómo entender el misterio de una puerta que se abre al infinito,
al hoy que muerde clavado en el ala?
Entre las enredaderas de las aguas del ansia, —el doble acento del monólogo,
la noche prendida de mis ojos,
la taumaturgia de tu cintura en la fronda del azúcar.
—Detenme, allí, en la eucaristía del nido, claro aroma de café desprendido
del penúltimo reino del poema;
en el mapa de la llave, la gaviota del sexo en la litografía del aire,
acaso, también, el contraluz de las diademas nacientes del pálpito.
Cada instante, es sin embargo, como el último puerto en un naufragio:
—jugamos siempre, a la summa poética de los barquitos insomnes
de las pupilas, al libro propio de los metales…

Barataria, 12.II.2013



miércoles, 20 de febrero de 2013

ESQUIZOFRENIA

Foto de Music & Painting, cogida del FB de María Bentancor Conde




ESQUIZOFRENIA




Rêves de l’insomniaque fabriqués par l’oubli
Pour jouer un tour à l’oubli…
JORGE CASTRO VEGA




(Muerden las sillas vertiginosas en las esquinas de la saliva, vírgenes coronadas en las buganvillas frenéticas de los trenes, largas mutaciones en la transitoriedad de los relojes  del último caballo del apocalipsis: suben a las sienes los insectos del ventisquero, los grandes hongos delirantes de la miseria y la embriaguez de la herrumbre con su propio desenfreno de alambrada. Llevo muertos los ojos en la piladera de los poros,  llevo el bostezo de las sombras sobre el yagual de los husos horarios,  las ventanas carcomidas por la ilusión del galope, llevo la acumulación de uñas de la ráfaga  y el humo del pocillo inerme de la noche en los ijares. No sé si en el poema caben todas las alucinaciones y las etimologías, las cataratas de la luna a la velocidad del aliento, la flema aterradora de los disparos y el bosque fluvial de la obscenidad dentro de la caparazón del armadillo. Para saber de los vaivenes de tus muslos, me adentro en la noción de los silogismos. Para encontrarte debo perder siempre el equilibrio de mis pies.)

Hay una suerte de cataclismo en la centella flotante de las piedras:
ante la identidad disociativa de los pedazos del rescoldo, las calles bifurcadas
del tejado desprendiéndose de la gota de sal que pervive en mis ojos.
¿Es esta dementia, la sombra encantada del arbusto en el cenicero
de la coz decapitada sobre el zigzag giratorio del badajo del viento, el puzle
de las consonantes de la adormidera,
el violín del sollozo en los calcetines elásticos del hálito, en la puñalada
hundida de las relojerías? —¿Es cierto el vuelo de los iluminados en la tinta
inasible de la fragancia? Una sinfonía siempre tiene limitados esplendores;
por cierto, me gustan las palabras blancas y los castillos de naipes,
la madera donde el grillo oscurece,
y esa mezcla de vestiduras raídas entre muertos.
Ya en la bocacalle del infinito, la aglomeración impertinente de la saliva.

Barataria, 09.II.2013



martes, 19 de febrero de 2013

CALLE INTERIOR

Imagen cogida de la red




CALLE INTERIOR




Tengo acostumbrados mis zapatos a las calles más desiertas, a los imperativos
de la almohada descalza de la sangre.
Ya me aclimaté a los mitos y leyendas de la usura, a los préstamos
y a la plusvalía, al permanente mercado en las aceras.
Pero termino por correrme del desparpajo, aunque  a nadie le importe
esta ferocidad en que vivimos, (resulta miserable un trocito de sonrisa
en medio de la mácula del poema.)
A veces es difícil centrar las pupilas en la noche, inventar ángeles extraídos
de la pureza,
quitarle la redondez a las palabras, lamer la saliva a una moneda inflada,
hablar con los letrados de las carnicerías,
o simplemente reposar en el sendero del crimen.
Me cuesta entender la vejez vertiginosa del reloj, los fermentos de la locura
en la boca, la otra versión de los sueños en las criptas:
en el petate duplicado de los poros, las impurezas almidonadas
de los durmientes,
el rictus de los gorriones en celo,
(la amarga atracción de los espejitos muertos  del ensueño, casi proféticos.)
Parece que todo se pierde en el cántaro vacío de la mercancía del deseo:
La pancarta de tus pezones en mi memoria es acontecimiento sedante;
en cierto modo se vuelve optimista mi ciudadanía y altamente declamatoria
la polución blanca del aliento.
—Sabes que en los prolongados días del sahumerio, lo intangible
de la alegoría y lo anónimo, se convierten en suplicio de colmena. (Por eso
jugar al miedo es nuestra propia muerte, pero es la secular mortaja
de las esquirlas de la inconsistencia…)

Barataria, 07.II.2013


lunes, 18 de febrero de 2013

SOMBRA INTERMEDIA

Imagen cogida del FB de Biblioteca Nocrich





SOMBRA INTERMEDIA




No hay tal sombra sin memoria, ni ríos que no arrastren escarabajos,
ni matorrales alrededor de la piedra erótica de una emboscada.
Hay soles que arrastran noches sin cobijas, (el poema sin palabras,
que se convierte en el hueco del espejo); tras aquella ceniza en el aposento,
la herencia de la lava en las venas del respiro,
la oscuridad siempre con su labor adversa, acaso saliva de la zarza,
en la otra gota que rebalsa de las criptas.
En el intermedio escrito de la tinta, el fluir del río con sus propios lamentos:
—¿está hecho de palabras el remedo de la luna?
¿De qué lado la sombra horada el aliento?
Siempre me pareció sospechosa la inmensidad sin brida, quizás porque
desde siempre  nada es fortuito. Quizás porque todo horizonte alucina
en la sien anónima del murmullo.
Entre mis viejos cachivaches, el ala rota colgada de la puerta:
(vos en la labranza de no sé qué desvelos, con el ajuar ciego de la ceniza.)
En el amarillo rectangular del frutero, la grieta del poeta
los tantos ataúdes donde Dios pega con almidón la próxima página.
En cada desvelo, las ansiedades del destino, el antagonismo de los sueños
y esta suerte de pared hendida en el fermento del taburete.

Sobre la piel, las huellas de las sastrerías, el hilo roto del sigilo.

Barataria, 06.II.2013 


domingo, 17 de febrero de 2013

SEÑALAMIENTOS

Foto de Atalanta Arts Gallery, 
cogida del FB de María Bentancor Conde 






SEÑALAMIENTOS




¿Quién desde la pared
con alfileres me pronuncia?
YVÁN SILÉN




Me muerde el bramido de los alfileres y el sordo fragor de la tormenta.
Aquí el muro derramado sobre la lágrima, la cumbre proscrita
del tacto sobre el sexo, el aliento cruzado de la patria del pubis: arden
los ecos del despeñadero,
el bramido de la noche,
el semen del mar como la canción de los piratas,
los calcañales dolientes de tanta espera a la orilla del andrajo, casi
ya sin ser, sino odio, la sangre  que estalla de ataúdes. En la noche
me llené del vocabulario de las sombras,
negro ardor de medianoche revestido de lámparas, hueca la carne, densa
la campana sorda de las estrofas,
roncos los muertos en el endecasílabo del pudor: juegan los alfileres
al eco de la ansiedad, —ahora entiendo el prólogo que se anticipó al ruido
del hollín, a los pocos capítulos que tuvo la conspiración.

(Si entendí bien, ya no te puedes ir porque yo ya me he marchado. Prefiero los arcaísmos, al neologismo dramático de los puñales; en realidad, fue mayor la furia al regazo; de la fragancia a la histeria, fuimos la mísera querella, la suerte del alarido y en ello, el vaticinio de la mano diestra de la fiereza. ¿Quién desde la pared con alfileres me pronuncia? No más heridas en esta caverna donde me hundo a contemplar la moraleja que queda entre mis manos; no más retumbo de siniestra aritmética, cuando lo inverosímil triunfa con sus huestes. El aura del incienso se resiste a la lisonja: centellea el viento en su propio júbilo.)

Barataria, 03.II.2013