martes, 31 de julio de 2012

OFICIO ÍNTIMO

Imagen tomada de/farfalas.com



OFICIO ÍNTIMO




Mastico el despojo como una hogaza de crepúsculo, aferrado al largo litoral de la porfía que me depara la liturgia de cada día, todo el cofre de las sienes, la boca con su avidez de calendario, légamos de ardorosos poros: el desvelo de la tinta nevado de hojas del cuaderno, casi al ras del diorama del aliento. En el jardín de la respiración, no sólo la aquietada luz del deletéreo del alfabeto, sino la tibieza de la crayola en las pupilas, fulgurante en las vigas interiores del ojo vuelto océano, el quiasmo o la aliteración de la algarabía, la anáfora del viento en los balcones de este siempre murmullo de la caligrafía. Saludo la polifonía cegado de sol: la claridad se ha vuelto necesaria en estas semanas de oscuro Paraíso, tierra adentro, la armónica y su azor, las aguas abisales, el molino de la tempestad incendiado como la Troya dibujada en cántaros por dioses de fuego. En la memoria, el nosotros con su tinta de lluvia, el poema entregado a las espigas, el arado del pincel sobre la acuarela, las manos ancladas en el pájaro del relámpago como un taller de azúcar, donde la brisa es otra piel de hierbabuena. Invoco la corporeidad del diccionario con el tangible silbato de alberca, a fin de cuentas, también los párpados se llenan de piel líquida cuando desde el tejado las tejas derraman su propio incendio. Nada es más gratificante que responder a la propia conciencia y masticar la alborada en un mantel de fotografías.

Barataria, 31.VII.2012

domingo, 29 de julio de 2012

A PARTIR DEL ESPEJO

Imagen tomada de la red



A PARTIR DEL ESPEJO




Allí, a partir del espejo, los días acumulados en la lluvia austera del rostro que transita lenguajes tristes: allí el tiempo como una antorcha de incienso, caminos, oscuridades, indiferencias, calles ofrecidas con trajes de luto, disfraces como una plaza cóncava; después, siento candelabros a mi alrededor como los juegos del barbero y sus tijeras casi al punto de cortar los sueños. Todo es posible aunque el enigma se torne abigarrado y el paisaje una intrincada tiniebla como un rastro enredado en los cascos de los semovivientes. Luego me sumerjo en el cuaderno de la sal, en la alacena sin revelarse y hasta en las ciudades que duermen con cadáveres en la boca. Toda la arcilla es grotesca en las sombras: somos también esa sombra geométrica de la arcilla, la solemnidad estéril de las tumbas, la sombra sobreviviente de la muerte. No me cabe duda, sin embargo, que hay demonios ciegos hurgando en los oscuro del pedernal esculpido en los sueños. Todo espejo abre otredades y resplandores y quizá no nos percatemos de ello: lirios de callado blanco, manos disueltas en la salmuera del sollozo. En la parte que me corresponde, —mientras espero la imagen insinuante—, ofrezco a mis manos el rumbo audible de los disfraces, la lucidez nacida del ala, el resplandor sin disimulo de mi boca. A partir del espejo, entonces, hay un mundo acuñado en el espesor de la brasa o, en todo caso, un sendero del propio desvarío.

Barataria, 29.VII.2012

viernes, 27 de julio de 2012

SOMBRA DE LA AUSENCIA

Imagen tomada del facebook de Elane Tomich



SOMBRA DE LA AUSENCIA




Confuso el tiempo, sí, sombra de la ausencia todo aquello que el viento removió para los confines. En algún momento, —no sé cuándo— dejamos de ser presencia, faena, piel cumplida; el rito de las acrobacias, no siempre nos devuelve el vaivén, ni la Bolsa de valores se arquea a nuestro favor, ni el cuento de hadas nos prolonga la fantasía, ni la leyenda hará que nuestra muerte sea impecable en un País donde el desconcierto es unánime. Por cierto que estamos condenados, cada vez más, a lo incierto, a la condición de amanuenses del azogue, a las estrafalarias sumas del quejido colectivo. En medio de un juego de naipes se vuelven intangibles los orgasmos, acaso porque también, la ansiedad priva sobre el nosotros, la parábola de la intemperie, las sombras trasegadas de la almohada a la saliva. Ante cada ausencia me refugio en los recuerdos, qué mejor manera de flexionar todo lo sustantivado, las aguas de la desnudez en las ingles, el lavatorio de la hoguera en la respiración de los meses de sonambulismo y demonios que uno carga en el armario de las costillas. Sin pensar en otra mesa, me aferro a ésta que guarda mis vísceras, y hasta el anticipo de mis postrimerías. Toda compañía, fluye al final, como esa sombra de la ausencia que se hace más tangible cuanto más se anhela la quietud. Cada pájaro en su rama es una sombra en los hombros del viento.

Barataria, 27.VII.2012

miércoles, 25 de julio de 2012

RESPIRACIÓN DE LA TEMPERATURA

Imagen tomada del Facebook de Beatriz Liliana Esliman



RESPIRACIÓN DE LA TEMPERATURA




Desde la madrugada se hace visible la temperatura y la sombra que la contiene: la mujer que hace veinte años desbarató mi respiración con su mediodía de metáforas. En mi debilidad me quiebra el sueño y posesa, entra en mi cuerpo y alma, misma que alumbra mis costados en la cama, misma que se apodera del verso pareado del jadeo, aquella que creció, sin embargo, en el reverso de la página con la misma hambre despiadada del pozo de los deseos. Veinte años después la veo en el estanque del espejo como agua bebible en el grito de mi locura, en el grito mudo de la celda del insomnio. De su carne, me desvela el ave de sus poros, el pajarillo de la sintaxis devastadora y desordenada, el íntimo rescoldo de las palabras inminentes. Ahora, creo, que hemos sido víctimas de nuestros propios maremotos, ahogados como estamos en los complementos del verbo, adheridos al movimiento de los adverbios, a ese vos y yo, de la espina de la primera persona que sólo pestañea en el murmullo. ¡Cuántas larvas desesperadas muerden el corazón, el espejo que le da vida a la rima duplicada del deseo! Cada vez inventamos historias en el vacío, siempre la incertidumbre, allí, en pleno estío junto a la brasa de los jardines. Ambos con ese apremio de carbonizarnos en los sellos postales de los manuscritos escritos sobre las hojas de la noche. Brotados como hemos sido, qué escenario deben ocupar nuestras bocas: ya casi agonizamos del infarto de sabernos pequeñeces mudas en este laberinto de lucidez quirúrgica. Nuestra respiración es cruda como el trance a la desgracia, como el mordisco mortal que nos da la melancolía.

Barataria, 25.VII.2012

lunes, 23 de julio de 2012

ROPA ÍNTIMA

Imagen de pruebameblogger.blogspot.com



ROPA ÍNTIMA




Todas las noches invocamos los oráculos y juntas nuestras manos, desatamos todo lo que se adhiere a los poros: la cajita de luz y el goteo, el grifo de la respiración sobre el ombligo. Abajo, las bragas y el sexo al desnudo como un pájaro liviano en el rincón de los zapatos; arriba, la puerta frondosa del diluvio, el olor a asombro atado a la boca. Vueltos a los párrafos del sueño, la caligrafía compartida en la saliva, el algodón de la respiración moviéndose como montaña: en el fondo, las politiquerías de un mundo decapitado, las palabras asolapadas en la corrupción de los espejos. Un día, seguramente, seremos reducidos a andrajos, manos frías, conscientes del tiempo que ha pasado con las aguas al cuello del largo trajín. Lo cierto es que no nos pueden dar más muertes ni asesinos, ni cambiarnos como divisas: nuestra venganza ante la infamia es endurecer los nombres en tu ombligo, vivir allí, todas las aguas del orgasmo, guardar dentro del portafolio de los peces, el íntimo olor de la vigilia, las bragas donde flamea la arcilla, todo el tiempo hasta que muramos. Con sólo preservar las ventanas y el cuerpo entero de la puerta, le habremos ganado tiempo a los clavos de los muertos. (Cierto es que moriremos, pero en el descenso, el salmo heredado de tu sexo, será el asidero para mis largas letanías. Ante la historia, la mesa servida de tu ropa, la tinta transformada en infinito, la filigrana obscena del lenguaje incrustada en el musgo de su propio sedimento. A fin de cuentas, sin ella, es una franquicia para el pálpito más entrañable.)

Barataria, 23.VII.2012

sábado, 21 de julio de 2012

DINTEL DE LA HERIDA

Imagen tomada de/atinachile.cl




DINTEL DE LA HERIDA




Cuelgo de la parte superior de la ventana, el aliento de la ruda y el muérdago, el aletazo visible de mis sienes, la primera imagen del tronco del sendero, la túnica entrañable que quema los poros, todas las formas posibles de los meses con la herida que siempre permanece abierta a la par del altar mayor del recuerdo: uno es apenas una leve brisa en medio de la nada. Uno es el conjuro de cierta ebriedad desconocida, sombra audible en el claroscuro de la ropa tendida en el traspatio de las abejas. En el dintel, el azote de las profecías con su funesta alacena, olor a espejos ebrios, huésped sin ropa en la melancolía: allí el subsuelo invertido del espacio, el hollín pulverizado de los libros, el cuero del hambre desvaneciendo la carne, —Vos, sin duda, con el cristal lúgubre de la salmuera, a la orilla de los días deteriorados, extratextual en el sombrero de mi espiga, noctámbula en las banderas de la lluvia. (A veces no hay salida para lo inmanente. La mala ortografía de los poros no soporta ninguna alegoría, ni la embriaguez del desvarío de la melancolía.) Somos y no somos. Allá en el patio fugitivo de la llama, la tiranía de nuestras propias oscuridades nos amarra, nos acecha siempre como un ritual de turbulentas aguas. En la historia, la nuestra, siempre el disparo de la piedra golpeando las sienes, siempre las gotas de hollín como un mal presagio. Que el tiempo nos afirme en el presente para cambiar la fatiga implacable. El pasado sólo deberá ser una referencia a todo el dolor que hace perder las certidumbres.

Barataria, 21.VII.2012

jueves, 19 de julio de 2012

RAMA TUTELAR

Imagen tomada de/miswallpapers.net



RAMA TUTELAR




¿Quién nos ampara después de todo, en este cómputo de altares y telares con telarañas y ojeras? Tenemos la sensación de que es la noche la que nos favorece y no la luz, el abismo y no la altura: susurra la tormenta pestañas postizas, nos muerde los calcañales la onomatopeya, el amanecer es un extraño mimetismo del rímel. Allí, en el intersticio de los dientes, la franela del sol atiborrada de colillas, artificios grises en el ojo de las palabras, féretros de obtusa saliva. ¿Quién, entonces, es nuestra rama tutelar, la luz con rostro entre miles de habitantes? ¿Es la gota de las monedas echada a la buena suerte, el océano degollado del amor, las diversas caras de nuestro tiempo, la bacinica con hormigas, el tobogán de la risa famélica? ¿Acaso lo es la eternidad aun cuando ya no sea novedoso resucitar al tercer día, ni al séptimo? Hemos llegado al punto más alto de la sombra, a los pañuelos retorcidos por la nostalgia, a la fluidez de la polilla en el café amargo de cada día. ¿Quién nos protege frente al magma que nos quema, a ese fuego letal que forcejea con nosotros, al confeti del escombro de los ascensores? Por suerte, todavía tenemos vocación por la utopía aunque la costumbre sea una constante ciencia de fósiles. Ahora abramos el telón y cerremos los ojos: empieza a desafiarnos el Universo. El único amparo posible es la función de la ceniza.

Barataria, 19.VII.2012

martes, 17 de julio de 2012

CABALLO DEL SIGILO

Imagen tomada de/miswallpapers.net




CABALLO DEL SIGILO




Pese al sigilo, los cascos patrocinan el delirio echado a las calles: suenan tijeras y alacranes, la sangre que propicia la noticia. Siempre me toca morder la escritura de las sombras y sudar la mutación del cujinicuil encubierto de espada victoriosa frente al punto cardinal del horizonte. Hay más obsesiones que realidades consumadas en la flor milimétrica de la saliva; en la cicatriz, adentro, sepulté los espejos quebrados del cuerpo entero de la sal derretida en el recorrido de las aguas derramadas. Siempre me cuidé de no hacer ruido cuando el altar de la noche golpeó mis latidos, cuando el ángulo obtuso, rompió los boleros de la propia simetría. (Aunque siempre la voz es la misma, nosotros nos dispersamos en la rama del abrazo, cuando el invierno nos perdió en su tempestad desolada, grabó en los retoños la historia, hasta convertir al guijarro en intrincada enredadera. Las lámparas de hoy ocupan la transparencia y no el ritual doméstico del cuervo.) Hoy, pues, cabalgo con sigilo, no sea que los brazaletes de la depredación se dilaten en mi lenguaje hasta el exterminio, no sea que quede soterrado en el graznido del agujón donde permanecí prendido durante demenciales tabancos. Por lo demás, siempre trato de sortear, es decir, de apartarme de los puños cerrados, de aquel bacanal de abanicos que le dieron oscuridad a la hoja en blanco del cuaderno. La suerte está echada, aun entre los páramos que todavía perviven como otra boca en medio del naufragio, como otro escombro en el acantilado del ímpetu.

Barataria, 17.VII.2012

domingo, 15 de julio de 2012

CÍRCULO ILUSORIO

Imagen tomada de/imagenzone.net




CÍRCULO ILUSORIO




Baja a la tierra el cajón de los zapatos del círculo del sudor, estribo acaso donde se cuelgan los aretes de los dedos ilusorios de la madera, tormenta del mismo coro terrestre. El cerrojo muerde el horizonte del espejo, córnea donde la brisa quiebra su aguacero de vilanos. Cada día oreamos en el surco, esos círculos ilusorios de las crayolas, la espiga interrumpida siempre por las hormigas, la resistencia al ceño de los monumentos. En los pulmones, las mismas baldosas de la calle, el mundo girando en su horda implacable de buche de Patria en retablo; del brote de la gota confusa de los círculos, cada quien en la rama del albedrío, en la humedad triturada por el moho, monedas de ardiente otoño como las aguas estancadas del estiaje. —¿Hay en el lavatorio, inviernos de azúcar, dinteles que no propaguen la sequía, cúpulas lascivas como el césped de la miel que bebí con viscosidad de jadeos en la mañana del primer navío que horadó mi alma? Nos movemos, sin duda, en los anillos giratorios del viento como en la rueda del desequilibrio cercenado de las palabras; rumiamos en el mismo grano del dolor confundido por el tronco de la apariencia. Con todo, no hay escaleras para trepar al círculo de la leche poseso del conjuro: todo es ilusorio en el nido, hasta la carcoma del techo o la almohada. Afuera, no sé si valga la pena andar sobre los tragantes en medio de la oscuridad de una novela negra, en el fondo, cojo de ojos y pensamientos que sean diferentes a las aguas servidas de las cloacas. No sé si pueda comulgar el aliento con los neumáticos, con el clisé airoso de las bóvedas urbanas.

Barataria, 15.VII.2012

viernes, 13 de julio de 2012

PARÁBOLA DEL SOSIEGO

Imagen tomada de/imagenzone.net



PARÁBOLA DEL SOSIEGO




Después de peregrinar, viene el sosiego, el crisantemo de la sombra como un palomar de aires quietos: ante cada mañana se alza una forma diferente de la Esperanza; no es la espina ni la herida ni la muerte, sino la copla del caracol en el corredor de la casa el que abre las persianas del incienso. Ya no he de partir, me quedo. Me embruja la tortilla diaria de la perseverancia, la memoria que todo lo puede cuando quiere, la luz que ya ha derretido el pañuelo con el conjuro de las constelaciones florecidas. —Atrás quedan los trocitos de pánico, el desierto y todas sus maletas, sólo conmigo las manos conquistadas de la claridad: el destino tiene, sin duda, su propio vértigo y contrastes. Para mi vida, la misericordia y la justicia, la fragancia del resplandor de la aurora. En los días del juicio final, habrá alegrías y soledades. Mientras tanto, cierro los ojos para ver la alborada del viento sobre las aguas del mar, los veleros que parten, los trenes que se quedan en las estaciones, las palabras antiguas como las primeras bocanadas de fuego. Casi ha desaparecido por completo la ternura; ahora nos asisten rebaños y el galope de sus cascos. ¿Hay conciencia, acaso, de este mal que nos magnetiza y nos hace respirar esquirlas? Cada conciencia que se mire al espejo, allí, encontrará la cripta de su propia imagen.

Barataria, 13.VII.1012

miércoles, 11 de julio de 2012

MUTACIÓN

Imagen tomada de/imagenzone.net




MUTACIÓN




Sospecho de la embriaguez de la libertad y en cuanta eternidad hunden los espejos en su clisé de matadero, herbívoro inconsciente del vacío de los orgasmos kantianos de la sed. La realidad del vilipendio está en la boca de la puerta del espectáculo orgásmico del campanario, pocas salidas hay para renunciar o despolitizar las púas que los cadáveres clavan en las alambradas de los adoquines del presente. Falsedad o maldad, lo cierto es que la acumulación de fantasmas se roba el cierzo y, los anatemas, una realidad en medio de la turba del suicidio, en la estética del sombrero de la sombra que trasluce el espejo desgarrado de su prójimo. Vivimos la balanza del desquiciamiento: nos aplasta el status quo de la modorra cruel de los lavatorios, cristianizados en la penuria de las piedras, lanzados a la oscuridad de los antagonismos; vivimos una especie social de antropofagia, a cada cual el lejano mundo de las hipótesis, (dónde está Heidegger, escéptico; el quiasmo de llorar no lloro, los vestigios de la esquizofrenia?) En la espiral de humo exclama el ego, muerde el hedor de la belleza no pensada: volvemos a la tragedia del día a día y a sus escaleras apocalípticas, a los sueños torcidos de los muelles, vívidos sin embargo, después de constatar el moho en los encajes del sexo. Toda poesía es relativa, un estigma violento de la realidad, en donde el alfabeto es completamente una paradoja, (¿trasciende lo inefable?) quién puede afirmarlo, después de caminar largas espumas de lo fatuo, después de conversar con la orgía de lo falso.

Barataria, 11.VII.2012

lunes, 9 de julio de 2012

MENUDENCIAS DE LA VIGILIA

Imagen tomada del feisbuk de la escritora Vanda Salles




MENUDENCIAS DE LA VIGILIA




Entre tantos chunches rituales del alma, el bambú repartido en trocitos de frenesí, los espejos, los retratos de los apóstoles, el fuego eterno de los hemisferios traslúcidos del techo, la almohada que desplaza los pensamientos, no dormir entre tantas minucias nada intelectuales para la materia, reproducir espejismos en las paredes del aliento sin que los ojos se inmuten en medio de tanta carpa: botellas, cigarrillos, extravíos del relámpago del incienso, locuciones de niebla cerrando los párpados o lamiendo la bufanda de mis ojos cansados. A lo lejos, la naturaleza viva del gato montés, mordiendo el deletreo de campanas del gallinero; luego las campanas pretéritas del sexo, repartidas en poquitos de sudor al margen de lo que puede ofrecernos una leyenda casi urbana. Dura lo que dura la noche y su adrenalina pura, el cigarro del juicio o la perversión, atrios, mercados, caballos apocalípticos, bestias de todo tipo haciendo la historia: cada imagen me devuelve los estrabismos de la utopía; el mercado de pulgas de la introspección hace su salida triunfal entre erráticos suspiros. Un lamparazo de sonidos me saca de mi idiotismo perpetuo, casi perpetuo en realidad: en apariencia todo está en orden, salvo las escaleras invertebradas de la nubosidad, los foros de opinión política, los tabancos mordidos por ratones, la usura nacional de la respiración. En la gruta de mi vigilia, siempre hay emergencias las veinticuatro horas. Es señal, pese a todo, de estar vivo. Hoy comienza la semana con otros delirios: la fauna patrocina los mismos testamentos para las generaciones futuras.

Barataria, 08.VII. 2012

sábado, 7 de julio de 2012

CLARIDAD POSIBLE

Imagen tomada de la página/imagenzone.net





CLARIDAD POSIBLE




Vuelvo a la ventana quizá para ver a profundidad las fuerzas de la espesura imponderable. Pulsa el viento los obeliscos del grito, el fuego me devuelve al trance terrestre de la laboriosidad de los bambúes, al hemisferio donde los candiles se ven favorecidos por los escapularios del misterio. Digo misterio, porque la luz no es precisamente sinónimo de claridad, no lo es por más sol en los párpados: la claridad es ese espacio inédito del bosque, el pudor, el bien vivir, la alegría del ala sin atajos. Pero, ¿es posible conquistarla en medio del albur de la saliva, entre decadentes persianas de escalofrío? —Entre aguas sinuosas, el parpadeo puede más que el letargo, el lavatorio donde se hunde el hollín. Aún con todo es posible: entre puertas, rendijas y prostíbulos; entre cobardes y valientes, sábanas deshilachadas y hondas noches. Ante la desnudez de las pestañas, el traje zurcido de los tantos días de búsqueda. Cada día de ternura se nos va inútilmente al olvido, pese al esfuerzo de quererle devolver a las palabras, a la ciudadanía, esa piel estacionaria de los espejos. De pronto los meses cuelgan del repello de los tapiales, qué hay allí donde tantos nombres nos recuerdan la historia con sus grietas de desamor, claridad inminente que pervive en la orfandad de nuestro tiempo. Sin duda, después de la sábana viene la mañana: mirad la luz, no en los ojos, sino en el pensamiento.

Barataria, 06.VII.2012

jueves, 5 de julio de 2012

TRAVESÍA EN EL ESPEJO

Imagen tomada de/imagenzone.net



TRAVESÍA EN EL ESPEJO




La magia del espejo, nos vuelve criaturas diferentes: los aleros del subconsciente tienen su propio lenguaje, digamos que es otra forma de la labor de los sueños, la utopía que pastorea en nuestras sienes. Atravesamos con elocuencia los racimos del respiro, la Democracia de la saliva con todas sus suspicacias, la religiosidad a la locura que se apodera de la sangre invertebrada; luego vienen los escrutinios, los meses de eufemismos y hasta los relámpagos rotos que cruzan la conciencia mientras caminamos sobre las telarañas del horizonte. A menudo no existe una medida justa para alcanzar los candiles construidos en las chozas de las hormigas, ni la inocencia se nos vuelve un regazo destinado para purificar los bosques. (¿Cuánta zarza debo apartar para no oír el grito? ¿Cuánta niebla cae en los vidrios rotos de algunas caricias sin legumbres, cuántos disfraces debemos transitar para llegar al rostro cierto? Los ojos se vuelven densos en los esparadrapos, bocas marcadas por los cimientos de la noche?) Todo va sufriendo una especie de arrepentimiento, la memoria entre alimañas amargas, aquí ciega herradura de la mueca, postrera en su soslayo. Cada vez, la travesía es un absurdo, un diente de amarga sordidez. Ante el filo que escarba como una bestia, nos reímos, sin embargo de la tuberculosis que nos muerde el espinazo. Cada día el espejo muerde las entrañas.

Barataria, 04.VII.2012

martes, 3 de julio de 2012

EL INFIERNO DE LA POESÍA

Imagen tomada de/imagenzone.net




EL INFIERNO DE LA POESÍA





A Pere Bessó

La poesía es realmente el infierno.
MARÍA ZAMBRANO




Parecido a este mundo de novela negra, la poesía se vuelve cada vez una necesidad para morir en esta realidad de contaminaciones. Más allá del aúllo de esta Sodoma, el tambor de los cementerios equivale al plato diario de comida, la ficción nos ha metido en una risa sarcástica: cada vez estamos más cerca de los patetismos que del lecho cálido de la luz. En vos, poesía, los seudónimos de la escritura, las falacias del teatro convertidas en pánico, el aliento de los pájaros chamuscados como el odio que se ha vuelto inmaculado. Como los golpes de las sombras, el infierno perturbador de la pornografía. Tengo deseos de romper el alfabeto, con el riesgo de quedarme sin palabras; de todas formas, éstas son poco útiles cuando las esquinas no son sujetas de juicios finales ni sumarios. Diógenes, aquí, en su resplandeciente miseria de lágrimas, fosforescente en la extrema virtud, sumergidos sus pies en sus aguas terrestres. En la sombra mortecina, el sol decapitado; en el diluvio, las puertas abatidas, la lluvia jadeante de lenguas petrificadas; en el filtro de los sueños, la cárcel con su rostro espiritual de colectivo, de río marginal y enfermo. Así, poesía, me metes en estos designios del amor al prójimo y la democracia, de la hipoteca del absurdo. Así, poesía, te vuelves cuerpo rabioso, sexo desabrido, desvelo orgásmico de la moral, personaje de burdel. Con todo, amo tu desnudez de bestia politizada en el mercado de pulgas, amo tu carnaval próximo al delito, amo los buenos modales de los gánsteres y sus bolsillos expansionistas.

Barataria, 30.VI.2012