lunes, 9 de julio de 2012

MENUDENCIAS DE LA VIGILIA

Imagen tomada del feisbuk de la escritora Vanda Salles




MENUDENCIAS DE LA VIGILIA




Entre tantos chunches rituales del alma, el bambú repartido en trocitos de frenesí, los espejos, los retratos de los apóstoles, el fuego eterno de los hemisferios traslúcidos del techo, la almohada que desplaza los pensamientos, no dormir entre tantas minucias nada intelectuales para la materia, reproducir espejismos en las paredes del aliento sin que los ojos se inmuten en medio de tanta carpa: botellas, cigarrillos, extravíos del relámpago del incienso, locuciones de niebla cerrando los párpados o lamiendo la bufanda de mis ojos cansados. A lo lejos, la naturaleza viva del gato montés, mordiendo el deletreo de campanas del gallinero; luego las campanas pretéritas del sexo, repartidas en poquitos de sudor al margen de lo que puede ofrecernos una leyenda casi urbana. Dura lo que dura la noche y su adrenalina pura, el cigarro del juicio o la perversión, atrios, mercados, caballos apocalípticos, bestias de todo tipo haciendo la historia: cada imagen me devuelve los estrabismos de la utopía; el mercado de pulgas de la introspección hace su salida triunfal entre erráticos suspiros. Un lamparazo de sonidos me saca de mi idiotismo perpetuo, casi perpetuo en realidad: en apariencia todo está en orden, salvo las escaleras invertebradas de la nubosidad, los foros de opinión política, los tabancos mordidos por ratones, la usura nacional de la respiración. En la gruta de mi vigilia, siempre hay emergencias las veinticuatro horas. Es señal, pese a todo, de estar vivo. Hoy comienza la semana con otros delirios: la fauna patrocina los mismos testamentos para las generaciones futuras.

Barataria, 08.VII. 2012

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