domingo, 15 de julio de 2012

CÍRCULO ILUSORIO

Imagen tomada de/imagenzone.net




CÍRCULO ILUSORIO




Baja a la tierra el cajón de los zapatos del círculo del sudor, estribo acaso donde se cuelgan los aretes de los dedos ilusorios de la madera, tormenta del mismo coro terrestre. El cerrojo muerde el horizonte del espejo, córnea donde la brisa quiebra su aguacero de vilanos. Cada día oreamos en el surco, esos círculos ilusorios de las crayolas, la espiga interrumpida siempre por las hormigas, la resistencia al ceño de los monumentos. En los pulmones, las mismas baldosas de la calle, el mundo girando en su horda implacable de buche de Patria en retablo; del brote de la gota confusa de los círculos, cada quien en la rama del albedrío, en la humedad triturada por el moho, monedas de ardiente otoño como las aguas estancadas del estiaje. —¿Hay en el lavatorio, inviernos de azúcar, dinteles que no propaguen la sequía, cúpulas lascivas como el césped de la miel que bebí con viscosidad de jadeos en la mañana del primer navío que horadó mi alma? Nos movemos, sin duda, en los anillos giratorios del viento como en la rueda del desequilibrio cercenado de las palabras; rumiamos en el mismo grano del dolor confundido por el tronco de la apariencia. Con todo, no hay escaleras para trepar al círculo de la leche poseso del conjuro: todo es ilusorio en el nido, hasta la carcoma del techo o la almohada. Afuera, no sé si valga la pena andar sobre los tragantes en medio de la oscuridad de una novela negra, en el fondo, cojo de ojos y pensamientos que sean diferentes a las aguas servidas de las cloacas. No sé si pueda comulgar el aliento con los neumáticos, con el clisé airoso de las bóvedas urbanas.

Barataria, 15.VII.2012

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