domingo, 1 de abril de 2012

EN PLENO AMANECER


Caminamos buscando la revelación de los alfileres; y en este tránsito
 de enfrentarnos al drama del abecedario, el fuego cambia al subir
 las escaleras: el sueño no es tan elocuente como la realidad.
Imagen tomada de la página virtual/city-data.com




EN PLENO AMANECER




En pleno amanecer, el anillo del tiempo despertando en el horizonte: el gajo de claridad, de pronto, se interna en mi propia peregrinación, los días insomnes, el desierto galopante de la respiración, Sartre entre contingencia o náusea, los cuervos en el ojo del buey domesticado, —galopa el desvarío como un caballo desenfrenado sobre la multitud de horas acumulados en el desasosiego. Entre paradojas y contradicciones, el desafío de este collage de albercas, ambigüedad y absurdo, al punto de pertenecer al hollín movedizo de los candiles, a otras atalayas líquidas de los espejos en medio de lápidas perturbadoras: la incertidumbre de la materia sin embarcaderos, los pañuelos que parten en la indiferencia de los trenes, al vaivén del bramido proverbial. Heidegger, Beckett y Eugène Ionesco, campanas del guijarro en el párpado incierto de las flechas: en la sábana de la noche, el amanecer del polen sobre la herrumbre, las manos acorraladas por la incertidumbre, el firmamento de la fauna en mi propio aliento. Caminamos buscando la revelación de los alfileres; y en este tránsito de enfrentarnos al drama del abecedario, el fuego cambia al subir las escaleras: el sueño no es tan elocuente como la realidad. Vivimos dentro de esa fiebre virtual de la coreografía y la perversidad, el carnaval nos absorbe con su ritual de moscas…

Barataria, 01.IV.2012

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