jueves, 22 de marzo de 2012

PREDIO BALDÍO


¿qué palabras hemos olvidado, qué ataúdes nos llevan hasta el fastidio,
qué calles inventamos con este cansancio histórico,
con esta fuerza gravitacional que no descansa?
Fotografía de Lázaro Aguirre




PREDIO BALDÍO




Mientras el papel sediento sube al estío o baja al agua, recreamos el júbilo en la rueda ascendente del viento; a pierna suelta la sombra de la historia, las certezas llevadas al extremo de la síntesis del papel carbón de los castillos de naipe, en un lugar donde el tiempo nos parece un objeto prestado. Desde esta posmodernidad efímera, pero letal, sucumbimos en su metástasis, lo indecible se vuelve un panfleto de locuras, estación del pozo macabro donde se perpetúa el borrón y cuenta nueva. Ardemos demasiado tarde en el amanecer del ave de rapiña con su despojo de resplandor de tierra liberada; ¿qué palabras hemos olvidado, qué ataúdes nos llevan hasta el fastidio, qué calles inventamos con este cansancio histórico, con esta fuerza gravitacional que no descansa? Mordemos el entrecejo de la cuchara de madera de la sopa, saludamos al minotauro de la saliva, abrimos la boca para tragar los espejismos; después, el perro callejero tocando el acordeón de sus costillas hasta el punto del sinsentido. Cuando cambie la visión de la estampida del ocelote, el terror de los brazaletes en los tobillos, habremos sacudido el karma de las serpientes, y bebido el incensario de los evangelios, hasta el punto de pasar por el ojo de la aguja del notario con su invierno de argucias…

Barataria, 22.III.2012

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