jueves, 31 de diciembre de 2009

Estertor

Cruza el pájaro la última frontera del calendario. El zumbido
Denso de los espasmos. Cruzan ahora todos los imaginarios.
La luz a tientas en las manos del aire
Autor de la fotografía: Pablo-Alcázar-Costa








Estertor







…se me pasaron las ganas de
vomitar hasta que por fin pude
volver a la sala para ver el
final. Esa vez, recuerdo, culpé de mi mareo
a una baja de presión.
MARCELO RIOSECO

Pourquoi pas un sourire et pourquoi pas des larmes
Tout au bord de la toile où jouent les petits clous
PAUL ÈLUARD







Cruza el pájaro la última frontera del calendario. El zumbido
Denso de los espasmos. Cruzan ahora todos los imaginarios.
La luz a tientas en las manos del aire;
La imagen de los nombres que nunca concluyen;
En cabello negro sosteniendo el umbral de los pétalos.
El mismo silencio, hondo, del fuego sin saber a dónde llega.
La flauta del paisaje se ha vuelto un azor; en las puertas
Cuelgan los párpados,
El patio de la noche donde se pierde el paraíso.
En las hojas del bosque están sostenidas mis vigilias —Hojas
De libros, librando batallas; sueños de desconfianza y ceniza.
Me veo en las tumbas del lenguaje. En los gusanos inocentes
De mis palabras, iluminados por fuegos fatuos.
[¿Qué diría el Caballero de Olmedo hoy en día del “dolce stil novo”,
“de la nueva historia que señala las heridas”. O Racine, ante
La felicidad inaccesible, o Wordsworth en su beatitud solitaria,
Fúnebres ascensiones del esplendor, dolientes pájaros en el tropel
Del sueño; o Coleridge, sombra a fin de cuentas en el arrebato
Del hálito; alud gris en las cataratas de la luna, trino seco del ruido,
Repentina luciérnaga de la brisa;
Qué digo de este demoníaco grito de la angustia, extraña bruma
Del deseo; dónde queda Shelley, la perplejidad como ese refugio
De fósforos del tiempo: –Tiempo, acaso, de fatigadas lámparas?]
Tenemos días de siniestra orina galopante.

Siglos hasta perdernos en el laberinto de cuchillos.
Fatuas fotografías al rojo vivo.
Eclipses ahumados por rostros ciegos.
Después clavos tratando de cerrar el respiro. El hilo seco de la saliva
Después la sensación de la piedra caliza de las sienes.
Después la grúa de los periódicos anclados en la niebla.
Los trenes en el almanaque de los rieles: los rieles cuyo afluente
Desemboca en las sienes, la luz a gran altura de las llaves,
Con tropezones y andrajos sobre las aceras.

[El sudor helado en la almohada, sin que le envíen tarjetas
Postales a ese barco que hace fosas en mi pecho.
En las calles las armas pululan como los baches, como los tiranos
Blindados de impunidad. Como este pecho de pobres peatones.
Como esta hambre de morderte con la ira].

En este calendario cabe la pus de la violencia: las noches largas
De las piedras, las habitaciones precipitadas,
Los cordeles en las manos y las vendas en los retretes audibles
De la congoja.
En el vaho las bocas florecen de pavor.
Hay inviernos en cesantía, —hongos de fétida ciudad, charcos
Salpicando los zapatos, tejados goteando centavos de plomo,
Ancianos raspando la costura de su equipaje,
Y meses con rimel de temperaturas galopantes…
Barataria, 27.XII.2009

miércoles, 30 de diciembre de 2009

La poesía es un Juego

Juego a las distancias despeinadas. Al mismo amor
De la metamorfosis que se agita en el viento.
Juego a la cruz vertical del horizonte...
Autor de la fotografía: Felipe Paniagua Núñez








La poesía es un Juego








Este al menos es fuego
de cepa y me calienta todo el día.
CLAUDIO RODRÍGUEZ







Juego a las distancias despeinadas. Al mismo amor
De la metamorfosis que se agita en el viento.
Juego a la cruz vertical del horizonte. A las dolientes
Miradas del grito. A la paz despiadada que me da la vida.
Juego a los cangrejos, a las carpas,
A las horas fatigadas de mirarte en la fuga,
Al día y la noche que grazna en mis manos, a los hongos
Endiablados de la herida, al relincho de las pinturas de Botero,
A los alfileres fríos de la ciudad,
A la sagrada artillería de un pubis herido por la indulgencia.
Juego al estío de los pecados capitales:
—de otra manera no sería sobreviviente del caos. De otra manera
Sería un muerto sin imanes, sin féretro.
Juego a los pájaros sobre el campanario y las estribaciones.
Juego a las trenzas de los barcos en las olas.
Juego a las nueve cuartas de mi corazón convulso.
A las puertas que han dejado de ser nido.
Juego a las sombras perversas que horadan boca y sienes.
Juego a las ventanas enfrente de mis ojos.
A la eternidad perversa de los limones. A la sal hostil de las lámparas.
A tantos recuerdos sobre el sepia de tus labios. A tanto mundo
Inaudito. A tanto humo de locura.
Juego a la manera de la noche: —Ese es el juego de la Nada.
Esa es la temperatura absorbente de las sombras.
El animal palpable en la mesa de los puertos. El nadie, el absurdo
Sin miradas. El ido sin palparse en las servilletas.
Juego a los celestes aposentos de las alas: —A la pipa coja del humo
De mi tabaco; al abrazo desteñido de los pergaminos.
[Más allá de la inmensidad de las nubes, los relojes en su aleteo
Mudo: la arena extasiada en las pupilas; el duelo como mordiscos
De hierro retorcido].
Juego, —he dicho—, a los pájaros y a los colores.
A las pesadillas deletreadas del pan. A los incensarios y al gran dream
De las utopías. Los bolsillos muerden los tornillos de la sangre:
—Durante el día dibujo monedas en las paredes y hombros y manos
Invocando la fisiología del Padre Nuestro…
Juego a no ser la tempestad del enemigo.
Juego a las calles sin túmulos y funerarias. Sin olvido ni secretos.
Juego al río inigualable de las rodillas sin dolor de penitencia.
[Subo a ese tobogán de mis propias manos; al tapiz de la harina.
Claro que el rostro está expuesto al ojo de las excentricidades].
Juego y no me canso de jugar. “Memoria soy, —dijo Quevedo—,
Apresurado el postrer sueño”.
Juego y no me canso de jugar, enfebrecido.
Bosque. Latido. Espejo húmedo de la luz.
Fondo. Sonido gimiente, la voluntad insobornable.
Juego y no me canso de jugar. Mientras el tránsito sea leve,
Habrá un vilano sobre el chasquido de los cascos,
Sobre la intensa habitación del Mundo…
Barataria, 25.XII.2009

martes, 29 de diciembre de 2009

Traspatio

En estos días se multiplica el traspatio del cielo con toda
Su bisutería. Aunque el amanecer es frío, no hay amantes,
Sólo la nostalgia que respira de hambre.
Autor de la fortografía: David Avilés Hidalgo







Traspatio









En estos días se multiplica el traspatio del cielo con toda
Su bisutería. Aunque el amanecer es frío, no hay amantes,
Sólo la nostalgia que respira de hambre.
Sólo este dolor acendrado de las ausencias,
Sólo este envejecido candil de las sustancias.
—Y pese a ello, no hay olvido.
No hallo el olvido aun con la puerta abierta. Aun con la puerta
Cerrada salvando el naufragio.
—¿En qué adoquines respira la lágrima su entrecejo?
¿En qué días feriados el huerto puede ser un hábito?
¿En qué albergue hay espacio para dos latidos?
[El fuego tiene siempre un rito vital de despedida;
La fragilidad es anuente al trasiego de los desvaríos:
No hay claridad sin la propia luz del sigilo].
Muerdo el ojo de los sueños. Y ahí únicamente encuentro,
Esa sensación de tierra indigente. Esa losa sin sábanas.
Un laberinto que revive lo inverosímil.
Un mundo de oscuros Magallanes, Marco Polos, y Pizarros.
Me persigno en la almohada imaginaria del viaje;
Ahí la facha del búho en su atalaya,
La profecía de los bienaventurados —que nunca adivino quiénes son.
La estrella zodiacal de los tejados,
El azúcar de la neblina en el establo, los reyes conquistadores
De las promesas, la alberca de poderes en los pétalos,
La mesa de estiércol como una porcelana profunda.
Siempre el marketing horada las ventanas; los diversos aceites
Y aromas; las encumbradas hamacas de la metafísica.
[Me pregunto si en la caravana no hay estanques de plastilina.
Nubes como telarañas de embriaguez,
Osados ultramares para cruzarlos en triciclos;
Mañanas bíblicas como la hospitalidad del incienso.
De seguro caminás como Santa Claus por Sunnyvale,
Por el Hyde Park, desvelada, con el humo del mundo
En el ciego interior del horizonte].
Una nube de petardos se vuelve la cena de los niños, donde
El olvido cobra fuerza y el destino desnuda su perplejidad.
Me quedo pensando en esos fuegos inminentes del azar:
—En la escueta alegría que imanta al aliento,
En los tres mil años de subir la escalera de la nostalgia,
En la alacena reseca de la mezquindad, en esa memoria, remembranza
Del viaje, en esa promesa irreverente de los puntos cardinales.
Al final, somos un rebaño de lo fatuo. [Al final, nadie derrama
Su mesa en mis manos. Ni vos que ardés en el pesebre
De mi sangre. Ni vos que te alzás como la levadura].
En estos días, la armonía es un derroche oceánico. En estos días.
En tos días, —por lo demás—, no dejo de ver pañales y sepulturas,
Cabalgando como los antiguos templarios…
Barataria, 24.XII.2009

lunes, 28 de diciembre de 2009

Por a las orelles-poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó

Sempre he tingut por a les altures i a la intempèrie.
A les nuvolsíl·labes d’allò salobrós. A l’alfabecedari de les pedres...

AUTORA DE LA FOTROGRAFÍA: FRANCISCA IZQUIERDO BARRAGÁN










Por a las orelles
poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó







El toro impávido ante la lengua de los muertos
la muerte derramada bajo los cascos implacables
la impiedad del caballo entre el dolor de las lámparas
y el amor mío por el sueño
ROQUE DALTON GARCÍA







Sempre he tingut por a les altures i a la intempèrie.
A les nuvolsíl·labes d’allò salobrós. A l’alfabecedari de les pedres,
A l’orella temptejant la remor de l’aire —no a l’orella
De Van Gogh, que res no té a veure amb els malsons
De la meua escriptura. —Dic simplement les orelles, les truculències
Abusives dels Films, l’embolcall d’un mateix exactament.
A voltes es vol calcular la llum en pètals cecs;
A voltes el palpebreig és d’un gris geomètric. Esveltes hèlixs
En les terrasses, xips a l’estil de la Torre Eiffel,
Embarcaders com illetes de secret,
Ombres com l’scanner de l’olfacte,
Discursos besllumenats com els cuadrúpeds del paleolític.
—De qui es fia un en aquests dies de levitació ultrasònica?
Qui no guarden per a tu un vas mortuori,
Un beuratge de tempisque, una orxata de folidol amb aspirines infantils?

—No pots pensar, cridar, d’això n’estem segurs. Segurs com
La mà de Déu, en l’espurneig de l’aigua. Segurs en els buits
Del nas, —Pinotxo en la trinitat dels gratacels.
—Es val dissentir sempre que la paranoia no siga objecte clínic.
¡Segur! —dissentir sempre que parles de clavells; no de màscares.
Em fa por certa pietat que té l’escuma.
Els cigars que es fumen amb pròtesi.
Els espills trencats el pantà dels quals desfà l’encantament.
El zum-zum dels peus en la seua mateixa decrepitud.
—deuríem viure sempre en palafits uterins;
I no en aquesta masmorra de Balzac dita Món, Orbe, Planeta,
Cosmos, Via Làctia, Univers…

La vida és així quan rema en aigües turbulentes.
[“De cert hi ha dàdives del parlar i de la mentida, hisenda
A la injúria; llepolies per a la llengua”]
Besem la galta de qui será fèretre. Gratem el bosc
De les entranyes amb aqueix desacostumat embolic de les fascinacions.
De fet, on és el Paradís sense por a enrogirt-nos.
Sense por.
Sense parets, sense cortines, sense catacumbes.
—Perdona’ls, Senyor, en el seus rodaments de cap de permanents coltells.
Aquest és el joc inflexible de les caceres.
Alguna cosa restarà després per a l’oblit. Per a repensar l’origen,
Potser a la riba d’unes altres tempestats.
Potser fora de les mosques que es detenen en les pestanyes.
Potser als vernissos del paroxisme.
Potser en la tesi del gran forn de l’esperma rutilant.
Potser als olis siderals de les cítares,
Potser als porus de la pàgina per a veure la transparència.
Potser a l’alcova d’unes altres tempestes, potser als bordells,
Potser als mugrons, altament de la llum…
Baratària, 26.XII.2009









Miedo a las orejas







El toro impávido ante la lengua de los muertos
la muerte derramada bajo los cascos implacables
la impiedad del caballo entre el dolor de las lámparas
y el amor mío por el sueño
ROQUE DALTON GARCÍA







Siempre le he tenido miedo a las alturas y a la intemperie.
A las nubesílabas de lo salobre. Al alfabecedario de las piedras,
A la oreja tanteando el rumor del aire —no a la oreja
De Van Gogh, que nada tiene que ver con las pesadillas
De mi escritura. —Digo simplemente las orejas, las truculencias
Abusivas de los Films, la envoltura de uno mismo exactamente.
A veces se quiere calcular la luz en pétalos ciegos;
A veces el parpadeo es de un gris geométrico. Esbeltas hélices
En las azoteas, chips al estilo de la Torre Eiffel,
Embarcaderos como pequeñas islas de sigilo,
Sombras como el scanner del olfato,
Discursos traslucidos como los cuadrúpedos del paleolítico.
—¿De quiénes se fía uno en estos días de levitación ultrasónica?
¿Quiénes no guardan para vos un vaso mortuorio,
Un brebaje de tempisque, una horchata de folidol con aspirinas
Para niños?

—No puedes pensar, gritar, de eso estamos claros. Claros como
La mano de Dios, en el centelleo del agua. Claros en los huecos
De la nariz, —Pinocho en la trinidad de los rascacielos.
—Se vale disentir siempre que la paranoia no sea objeto clínico.
¡Claro! —disentir siempre que hables de claveles; no de máscaras.
Me da miedo cierta piedad que tiene la espuma.
Los cigarros que se fuman con prótesis.
Los espejos quebrados cuyo pantano deshace el encantamiento.
El zumbido de los pies en su propia decrepitud.
—deberíamos vivir siempre en palafitos uterinos;
Y no en esta mazmorra de Balzac llamada Mundo, Orbe, Planeta,
Cosmos, Vía Láctea, Universo…

La vida es así cuando rema en aguas turbulentas.
[“De cierto hay dádivas del hablar y de la mentira, hacienda
A la injuria; deleites para la lengua”]

Besamos la mejilla del que será féretro. Raspamos el bosque
De las entrañas con ese inusual enredo de las fascinaciones.
De hecho, dónde está el Paraíso sin miedo a sonrojarnos. Sin miedo.
Sin paredes, sin cortinas, sin catacumbas.
—Perdónalos, Señor, en sus vahídos de permanentes cuchillos.
Este es el juego inflexible de las cacerías.
Algo quedará después para el olvido. Para repensar el origen,
Quizá a la orilla de otras tempestades.
Quizá fuera de las moscas que se paran en las pestañas.
Quizá en los barnices del paroxismo.
Quizá en la tesis del gran horno de la esperma rutilante.
Quizá en los aceites siderales de las cítaras,
Quizá en los poros de la página para ver la transparencia.
Quizá en la alcoba de otras tormentas, quizá en los burdeles,
Quizá en los pezones, altamente de la luz…
Barataria, 26.XII.2009


viernes, 25 de diciembre de 2009

la poesía- poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó

Sempre está ací: pètal fugaç de l’ànima, ala, papallona.
Aigua fèrria em troba en la paraula. Escindeix l’instant...

Autor de la fotografía: Jose Ignacio Ballester Martinez








La poesia
poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó







¡Amor, contra el espacio y contra el tiempo!
Un latido único de corazón;
Un solo ritmo: ¡Dios!”
CÉSAR VALLEJO






Sempre está ací: pètal fugaç de l’ànima, ala, papallona.
Aigua fèrria em troba en la paraula. Escindeix l’instant
Possible dels impossibles: corre indicible en els anells
De la imaginació; la meua ànima incessant la nua.
Poesia sola embolicada en el tro de la pluja. Poesia, sempre,
En l’argent viu de l’espill que em mira; poesia, ací,
De l’amargor i la nostàlgia. L’alfabet puja, paper de vaixells.
Onsevulla que vaja, m’acompanya la teua ombra: poesia de la Gràcia.
És la nit emboçada en els llampecs. Té la tendresa
Tenaç dels devantals. Cec joc de l’embriaguesa.
Empre roba de vint-i-vuit lletres per a alletar els vestíbuls
De l’esbufec, per a lliurar-me a l’ofici del foc.
Poesia sempre: galop de violents designis, als teulats
Blaus de l’angoixa, els genets beuen les tempestes.
Dejuna el parrac en hamaques fosques. Mossega el vent
Amb el seu desvariejament de punyals. Brunzeja l’armari de paret de l’eco.
Sense saber qui ets, colpeges els sembrats del crepuscle.
L’hora es torna torxa de guitarres.
La set, pròfuga del vinagre, llepa l’anyell del coixí,
Els pètals del riure, les llavors desonillades de l’insomni.
Poesia sempre: somnàmbula moneda en les meues mans.
Ixes sense postrar-te en la saliva de les voreres. Ixes de la gola
Amb una bresca de lletres, com una fresa enroscada al melic.
Al meu voltant els pins de les finestres, la sal estovada
A les temples, un tall de cofres com bosc.
No tinc brida per a despullar-te del galop. Només la montura
De la vigília, i els peixos profunds de la meua sang.
Quan et vull prendre, —llum del desig—, desapareixes
Com desapareix el temple de l’inagafable, riba breu del miratge.
Sí, i em llances al buit. Al dibuix d’aqueixa llum als dits,
Que em deixa naixent nu en cada espiga solar.
Els ulls se me’n van, poesia en el laberint de la fuita.
En el mocador de la paraula que calla o mulla el quadern
O el llit de l’espavent. Ets soterrani i porta. Ets salvació.
Calle quan no estàs en l’enderroc quotidià de les claus;
Quan les ulleres s’han fet del tamany del planeta;
Quan les abelles trenquen el pit amb les seues agulles de cap.
Entres a la meua sang sense tocar-la. Deu d’arcans.
L’eco del seu martell desemboca en torxes fugitives.
Llum sempre, poesia als meus pulmons. Llum sempre, poesia,
Afonada a les meues illades.
Llum sempre, espina inagafable al meu costat.
Llum sempre on la cendra perd el judici.
Llum sempre, llençol inexplicable en llit del temps.
Baratària, 13.XII.2009


La poesía




¡Amor, contra el espacio y contra el tiempo!
Un latido único de corazón;
Un solo ritmo: ¡Dios!”
CÉSAR VALLEJO




Siempre está aquí: pétalo fugaz del alma, ala, mariposa.
Agua férrea me encuentra en la palabra. Escinde el instante
Posible de los imposibles: corre indecible en los anillos
De la imaginación; mi alma incesante la desnuda.
Poesía sola enredada en el trueno de la lluvia. Poesía, siempre,
En el azogue del espejo que me mira; poesía, aquí,
Del amargor y la nostalgia. El alfabeto sube, papel de barcos.
Al lugar que vaya, me acompaña tu sombra: poesía de la Gracia.
Es la noche embozada en los relámpagos. Tiene la ternura
Tenaz de los delantales. Ciego juego de la embriaguez.
Uso ropa de veintiocho letras para amamantar los zaguanes
Del resuello, para entregarme al oficio del fuego.
Poesía siempre: galope de violentos designios, en los tejados
Azules de la angustia, los jinetes beben las tormentas.
Ayuna el andrajo en hamacas oscuras. Muerde el viento
Con su desvarío de puñales. Zumba la alacena del eco.
Sin saber quién eres, golpeas los sembradíos del crepúsculo.
La hora se vuelve antorcha de guitarras.
La sed, prófuga del vinagre, lame el cordero de la almohada,
Los pétalos de la risa, las semillas desveladas del insomnio.
Poesía siempre: sonámbula moneda en mis manos.
Sales sin postrarte en la saliva de las aceras. Sales de la garganta
Con un panal de letras, como un desove enroscado en el ombligo.
Alrededor de mí los pinos de las ventanas, la sal mullida
En las sienes, un tallo de cofres como bosque.
No tengo brida para despojarte del galope. Sólo la montura
De la vigilia, y los peces profundos de mi sangre.
Cuando te quiero asir, —luz del deseo—, desapareces
Como desaparece el templo de lo inasible, orilla breve del espejismo.
Sí, y me arrojas al vacío. Al dibujo de esa luz en los dedos,
Que me deja naciendo desnudo en cada espiga solar.
Los ojos se me van, poesía en el laberinto de la fuga.
En el pañuelo de la palabra que calla o moja el cuaderno
O la cama del asombro. Eres sótano y puerta. Eres salvación.
Callo cuando no estás en el escombro cotidiano de las llaves;
Cuando las ojeras se han hecho del tamaño del planeta;
Cuando las abejas rompen el pecho con sus alfileres.
Entras a mi sangre sin tocarla. Manantial de arcanos.
El eco de su martillo desemboca en antorchas fugitivas.
Luz siempre, poesía en mis pulmones. Luz siempre, poesía,
Hundida en mis ijares.
Luz siempre, espina inasible en mi costado.
Luz siempre donde la ceniza pierde el juicio.
Luz siempre, sábana inexplicable en lecho del tiempo.
Barataria, 13.XII.2009

jueves, 24 de diciembre de 2009

Azogue

Un día descubriré los relojes de Balzac, el hartazgo sentimental
De la autocrítica, y quizá hasta las ideas exangües de Platón
Autor de la fotografía: Richard Martín Vidal










Azogue








Cuando escribo,
No pienso nunca en los lectores.
JORGE LUIS BORGES






Zigzag la emoción en la trenza de los días que pasan sin pena
Ni gloria. La cuerda floja del azogue en la inmortalidad.
El collage de los transeúntes me hace perder el equilibrio,
Sobre todo cuando los moscardones bailan encima de espejos.
Un día descubriré los relojes de Balzac, el hartazgo sentimental
De la autocrítica, y quizá hasta las ideas exangües de Platón,
En esta borrasca donde la luz parece perder su fieltro
Frente a desvencijados espasmos de esperma y pájaros.
A veces me obstino a esa dualidad necesaria: las iglesias
Y las casas de cita; los mercados sencillos y los que están
En lugares donde no caben mis zapatos.
De pronto el aire me sabe más a relativismo que a materialismo
Dialéctico, sobre todo cuando lo respiro junto al oleaje
De mi cigarrillo y a unos dulces de menta.
De pronto quisiera ahondar en la Dióptrica y los meteoros
A los que hace alusión don René Descartes; luego, quizá,
Sangrar en la opulencia de las pasiones.
Por supuesto, en medio del azogue, me gustaría escuchar
A Jimi Hendrix fumando círculos a ritmo de libélulas.
Convertir, por ejemplo, los poemas de Vallejo en blues.
Saciar mi hambre con la pureza de las hostias.
Ver a través del ojo del sol toda la locura mesiánica de estos días.
La primera vez que subí al sonambulismo de una mujer,
Me volví sílaba: —Dios sabe lo que digo.
Después, claro, perdí la cuenta del vértigo, la escritura,
Dejándola al pulso de la respiración y el encantamiento.
También lo sabe aquella vidente del sofá, de los amuletos
Sin eternidad. Después lo supo el dolor, la noche, la mañana
Y hasta los búhos y los murciélagos,
Los cuadernos que enloquecieron en el suelo, el fluir agreste
Del asombro. Cuando desperté la invención era tan antigua
Como Troya y sus acontecimientos.
Claro está que este arte se aprende con el sigilo del buzo;
Ahí está Shelley, Goethe y Lamartine que lo confirman de golpe.
Sospecho que el destino tiene demasiados puntos suspensivos,
O paréntesis, o asteriscos.
Los fantasmas pululan hoy en día hasta en peceras.
De hecho hacen perder la claridad del agua.
Ignoro si los días son tan suaves como las pantuflas afelpadas.
Mi locura tiene la certidumbre del divertimento, en los otros,
—En los que ven la probabilidad y análisis del sistema,
Como ojo subterráneo del humo:
[Enajenación del albedrío, forma fotográfica del entorno].
Después de todo, hasta la ceniza se jacta de su otredad.
Cada quien prolonga su insomnio o deseo hasta donde
En hombre araña puede prolongar su escenario…
Barataria, 21.XII.2009

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Ráfaga de desatinos

Habré vivido más que la espuma desesperada del tiempo.
Supongo que es alentador cuando se ha sobrevivido al terror.
Autor de la fotografía: Secundino Muñoz Vilchez

Ráfaga de desatinos





He aquí que viene el estío la estación violenta
y mi juventud ha muerto como la primavera
GUILLAUME APOLLINAIRE

y habré vivido una vida
con farmacias, gatos, sábanas, saliva,
periódicos, mujeres, puertas y otros surtidos,
pero en ninguna parte
un hombre vivo.
CHARLES BUKOWSKI





Habré vivido más que la espuma desesperada del tiempo.
Supongo que es alentador cuando se ha sobrevivido al terror.
Cuando uno está entrelazado a la frontera de los sueños,
Y la ráfaga de cualquier cosa, no hace añicos las sienes.
Resulta temerario morder las cascabeles y salir ileso.
Comer la fantasía junto a los primates,
Gotear la madrugada en la sed,
Perder la juventud en la ausencia de los fósforos,
Vaciar los propios pensamientos para adorar a los semidioses
Del momento, a los que habitan anónimamente la memoria.
He vivido entre la marejada de las muchachas, entre la fantasía
Fecal de ciertos ideólogos,
En la nocturnidad inminente de la orina,
En el gesto sin mesura de la porcelana.
Cada día muere la historia en sus vestíbulos de madera rancia.
Todos le apuestan a la mano diestra de los paraguas,
Pero olvidan la oblicuidad de las armónicas desafinadas.
En ninguna parte hay confesionarios para el hálito vivo.
Siempre los surtidores tienen el repertorio de los cipreses.
La luz cuando se vuelve doméstica pierde su lucidez de antorcha.
¿Quién dijo que la saliva es sólida cuando se desparrama
En los cafés de mala muerte y se respiran hurañas nostalgias?
—Siempre el político de turno dilapida el erario nacional
Con todos sus allegados. Y le pone cerco a los periódicos.
Cuando uno despierta, la inocencia se ha convertido en un antro.
Durante mi voz desvelada, he vivido todos los festejos a la muerte.
Nunca hay milagros después de la partida.
Ni sentimientos que coronen de paz la casa.
He vivido alzando las manos entre los breñales de la sequía:
—Por supuesto la demagogia ha hecho su alborada.
Por supuesto la euforia entretiene con su sedienta nube.
La mansedumbre no puede ser necesariamente una maleta fría
Del metabolismo. No puede ser lo inverosímil.
Los gajos del desatino ponen un velo a lo audible.
El aire se ha vuelto falso en las tapicerías del instinto.
Cuando creímos haber llegado a la ceremonia de los encajes,
Nos encontramos con lugares de violentos adoquines,
Con una pugna de mortales pétalos,
Con ese aldabón de las putrefacciones no identificables.
Los lugares de luz, tienen fondo de humo y telarañas.
A la par de cortinas y balcones filiales, se ciernen personajes
De dudosa hermenéutica e indescifrados escalofríos.
Barataria, 06.XII.2009

martes, 22 de diciembre de 2009

Invocación a los pájaros

Atrás de la montaña, en el cerro, el río desbordado
De los pasos, —agua verde en las sienes;
Autor de la fotografía: Ezequiel Martinez Vera









Invocación a los pájaros







¡Olor de los hombres urgidos, como de un soso matadero!,
¡agrios cuerpos de las mujeres bajo las faldas!
¡Oh ciudad contra el cielol
SAINT JOHN PERSE

…y dejaré que el viento me bañe la cabeza.
ARTHUR RIMBAUD







Atrás de la montaña, en el cerro, el río desbordado
De los pasos, —agua verde en las sienes; cierzo rojo
Para mis cabellos grises, pintados con la niebla del calendario.
Encima las ojeras de las hojas cayendo; el vértigo
De las nubes, la rueda de las piedras sobre mis zapatos.
La fragancia del hambre tiene lágrimas hirsutas.
De hecho, la respiración me revela tormentas de locura,
Ahí en los platos arrojados a lo agreste,
Ahí donde la sal afila sus muecas en las mejillas,
Ahí donde toda identidad tiene vestidos con telarañas.
[Yo quiero repetir la disección hegeliana con autopistas
De convulsivos arados; conservar el zacate del mito,
Respirar con cuchillos en la peste de Lautréamont, morder
Las ratas del alfabeto y hasta decirle al nacimiento:
Húndete aquí, en la suciedad de los neumáticos, en el ombligo
Encarcelado del Tercer Mundo donde zumban los epitafios.]
El ruido ha derribado las melodías íntimas del sexo.
Los días feriados presumen con tarjetas de crédito.
El torrente del dinero plástico es una erupción falsa y termina
Por romper las vísceras, los calcañales,
Envejecer prematuramente, cegar los átomos del sol,
Anchar la inocencia de las sábanas.
Muchos fósforos vuelven oscuras las cortinas de las luciérnagas.
Nunca es fácil vivir entre multitudes derribadas por el tráfico;
Ni siquiera pensar es una posibilidad: las sílabas del alcohol
Estallan en sonambulismo, anticipándose al vértigo de los espejos
En pleno orinar la fascinación por las begonias.
Es tan cierta la evidencia de todo, que ese todo se palpa
En mingitorios y lavabos de públicos letreros.
A veces leer a otros poetas lo pone a uno a pelear con gallos
De pelea, con perros de hirientes colmillos. Al final,
La antigüedad no deja ser asombro.
Aunque debo reconocer que toda palabra está inventada.
Sólo cambian los martirios, el cuestionario amarillo del aire,
Las cortinas de los párrafos convertidos en zapatos.
Cuando se empieza un poema, ye yergue la tortura del parto.
Se manchan las páginas en cinta de Cristo,
Pese a la vigilia del páramo, a la piel estirada de la obsesión,
A la muchacha vertiginosa que volvió aguja a la poesía.
Cuando se ara en el mar saltan las piernas largas de los peces.
Salta el ventarrón de los corrales, o el uranio de las parodias.
En el Foro de Copenhague no cabe Rambaud, ni Sastre.
Dónde ocultar las otras noches de las herraduras. Esas noches
De riñones disecados, —esas donde todos estamos pastando
Lágrimas. Ojalá que la metamorfosis no se simple balbuceo.
Y que el Nuevo Mundo sea un beso de Heráclito, sin la fanfarria
Longeva de los piojos, sin el maniquí mediático del asombro.
En nombre del éxtasis invoco a los pájaros, y a la globalización
Del asombro junto a Blake, junto a apollinaire, junto a Tzara…
Barataria, 20.XII.2009

lunes, 21 de diciembre de 2009

EN RESUMEN

No quiero ojos torturados,
No quiero cementerios de espuma alrededor de la boca,

Autor de la fotografía: Jose Ramón Cancer Matinero








EN RESUMEN







Me he puesto a pensar en pasado mañana
y era como una tranquilidad, como un puente
bien tendido del mostrador hacia delante.
JULIO CORTÁZAR [Las armas secretas]







Yo no quiero un corazón petrificado. No un corazón artificial.
No quiero el asilo ni el grito de la fiebre. No quiero el silencio
Ni la limosna. No quiero el zumbido de la plegaria.
No quiero la sal sedienta de los cementerios,
No quiero el pretérito licuado de la hojarasca,
No quiero la asfixia confesa desde mi almohada,
No quiero los caballos subterráneos de la noche,
No quiero las moscas sobre mis harapos,
No quiero la mordida del granizo estrepitoso.
No quiero el galope desollado de mis poros,
No quiero fantasmas de viscosas sábanas,
No quiero la clandestinidad que robó mi Esperanza,
No quiero párpados caducos frente e mis pupilas,
No quiero la ternura en embases de coco.-cola o pepsi,
No quiero santuarios de alfileres,
No quiero paredes oscuras cuando amanece,
No quiero gemidos en la alcoba de los sueños,
No quiero herraduras mordiendo la lengua,
No quiero ojos torturados,
No quiero cementerios de espuma alrededor de la boca,
No quiero ingresar a la sonrisa con candiles,
Ni al largo esqueleto de los naufragios.
No quiero la parálisis ingobernable de los jarabes. Ni la sospecha.
No quiero las hormigas junto al azúcar del espejo. Ni la sal.
Yo no quiero un mundo que sustituya al animal de la sintaxis,
Yo no quiero cordeles por brazos,
Yo no quiero recuerdos irreales en la servilleta de las banderas,
Yo no quiero el espectro de las campanas,
Yo no quiero el infinito y despertar sin caminos,
Yo no quiero un banquete de cornisas con hollín,
Yo no quiero la oración en el rito del gris,
Yo no quiero fósiles duplicados en mis reminiscencias,
Un río sin mayúsculas y suicidios.
Yo no quiero rostros a la medida de este mundo subliminal,
Yo no quiero pócimas de peces gratuitos,
Ni realidades con prótesis.
Yo no quiero corderos máscaras,
Ni grietas en la antorcha del bautismo.
Yo no quiero caracoles de árido pasto, ni cerraduras de ponzoña.
Yo quiero solamente madrugarle a la herrumbre.
Lavar mis zapatos encanecidos y tener una mesa que apriete
Las cucharas y una camisa innumerable de brazos.
Yo sólo quiero borrar la emboscada de los atrios,
[Yo sólo quiero la lluvia de tus brazos, tu piel desvestida en mi sed].
Yo sólo quiero un tren con escaleras para subir al cielo,
Yo sólo quiero un paisaje urbano de sonrisas, un segmento
De la luna en los periódicos, un léxico sin acefaleas.
Yo sólo quiero un País que me deje mirar los sueños sin fatiga.
Yo sólo quiero aquellas manos que traspasaron el césped
Del murmullo, y los tobillos de la plenitud.
Yo sólo quiero un mundo diferente: oler la tierra mojada
De los domingos, caminar alrededor de ventanas sonoras.
Yo sólo quiero una tierra con balcones y puertas abiertas
Y niños alegres en las aceras…
Barataria, 13.XII.2009

domingo, 20 de diciembre de 2009

Trascielo

Autor de la fotografía: Ruperto Morales Lugo



Trascielo




…los invisibles atrios están sembrados de hierbas
y las verdes delicias del suelo se pintan al siglo de un largo día.
SAINT JOHN PERSE




Los andenes bostezan en la remembranza de los zapatos.
Alguien lame las contradicciones de los lirismos con melcochas.
Un loco masturba sus ojos desde el estrabismo —En esa náusea,
El instinto suelta asfixiantes taburetes.
El vuelo es falso en la desesperación de los huesos. Uno vuela
Fascinado a la desnudez letal de las sombras, las catástrofes,
Los relámpagos y esas calles de cornisas sonámbulas
Donde impera el cielorraso del guaro, el tabaco y las paredes.
La indiferencia suele ser una gracia habitada por los demonios:
Tiene su propia tinta aunque sin misterio,
Sus llaves nocturnas, sus máscaras con múltiples cicatrices.
El tejido de los muelles es como las teclas de los poros.
Aguas adentro la luz se hace quejidos,
En la superficie los dientes muerden la corriente de los vientos.
[Hay momentos de completa ausencia en la memoria,
Una humazón de perros encalla en las pupilas:
Inasible el blanco en los cabellos, el labio que espera con aderezos
De fuego y rocío, con mimos de lengua en celo, con puntual
Sintaxis, con prevenciones cardíacas.
Ahora se habla de próceres sin someterlos a las lámparas:
No sé si nosotros llegamos a esa categoría sin volvernos tartamudos.]
A veces equivocamos la escoria de sal en los poros por la herrumbre.
La caja de Pandora es un gargajo por excelencia,
Aunque halla quienes la tomen como un trofeo de siniestras begonias.
Los paisajes urbanos están repletos de escupidas;
Un pantano de alacranes afelpa el sexo sobre la mesa.
¿Vendrán días sin epilepsia? Los dos estamos hasta el ombligo
De los peces, sumergidos en un mercado de moscas,
Sonriendo al engrudo pasional de los eructos después de recostar
El césped sobre los poros.
Cuando el aire está sosegado extrañamos el arroyo de chupamieles.
En el trino de la madera, la resina testimonia la desnudez de las piedras.
¿Desde cuando somos insectos con ganas de comernos las ventanas?
Todo acto de delirio es anárquico.
—Lo sabes cuando la cueva es nuestra fiebre y no usamos anfetaminas.
Ni inyección de insectos afrodisíacos.
A menudo los espejos se vuelven salvavidas —Eso me han dicho los que hablan
Con ellos en la soledad de su propio narcisismo.
Es una metamorfosis que no requiere de dentistas, ni de cirugía estética.
—Tú sabes que hay ciertos faroles irresistibles: no importan los poros
Rotos de la calles, ni la equidistancia de los transeúntes con sus tanteos.
Los ojos enloquecen frente a la codicia,
Aunque uno pase después una eternidad masticando hierbabuena.
Después de todo, los campanarios son prestidigitadores en el silencio.
Después de todo, —vos y yo— andamos siempre en el trascielo
De las redes, en el desmayo letal del braceo,
En esos naipes a golpe de atriles,
Queriendo explicar el zigzag del jadeo, cuando ya sabemos
Que la herida es insomnio permanente de sábanas…
Barataria, 25.IX.2009

sábado, 19 de diciembre de 2009

La poesía

Siempre está aquí: pétalo fugaz del alma, ala, mariposa.
Agua férrea me encuentra en la palabra.
Autor de la fotografía: Javier Zapico Vázquez







La poesía






¡Amor, contra el espacio y contra el tiempo!
Un latido único de corazón;
Un solo ritmo: ¡Dios!”
CÉSAR VALLEJO






Siempre está aquí: pétalo fugaz del alma, ala, mariposa.
Agua férrea me encuentra en la palabra. Escinde el instante
Posible de los imposibles: corre indecible en los anillos
De la imaginación; mi alma incesante la desnuda.
Poesía sola enredada en el trueno de la lluvia. Poesía, siempre,
En el azogue del espejo que me mira; poesía, aquí,
Del amargor y la nostalgia. El alfabeto sube, papel de barcos.
Al lugar que vaya, me acompaña tu sombra: poesía de la Gracia.
Es la noche embozada en los relámpagos. Tiene la ternura
Tenaz de los delantales. Ciego juego de la embriaguez.
Uso ropa de veintiocho letras para amamantar los zaguanes
Del resuello, para entregarme al oficio del fuego.
Poesía siempre: galope de violentos designios, en los tejados
Azules de la angustia, los jinetes beben las tormentas.
Ayuna el andrajo en hamacas oscuras. Muerde el viento
Con su desvarío de puñales. Zumba la alacena del eco.
Sin saber quién eres, golpeas los sembradíos del crepúsculo.
La hora se vuelve antorcha de guitarras.
La sed, prófuga del vinagre, lame el cordero de la almohada,
Los pétalos de la risa, las semillas desveladas del insomnio.
Poesía siempre: sonámbula moneda en mis manos.
Sales sin postrarte en la saliva de las aceras. Sales de la garganta
Con un panal de letras, como un desove enroscado en el ombligo.
Alrededor de mí los pinos de las ventanas, la sal mullida
En las sienes, un tallo de cofres como bosque.
No tengo brida para despojarte del galope. Sólo la montura
De la vigilia, y los peces profundos de mi sangre.
Cuando te quiero asir, —luz del deseo—, desapareces
Como desaparece el templo de lo inasible, orilla breve del espejismo.
Sí, y me arrojas al vacío. Al dibujo de esa luz en los dedos,
Que me deja naciendo desnudo en cada espiga solar.
Los ojos se me van, poesía en el laberinto de la fuga.
En el pañuelo de la palabra que calla o moja el cuaderno
O la cama del asombro. Eres sótano y puerta. Eres salvación.
Callo cuando no estás en el escombro cotidiano de las llaves;
Cuando las ojeras se han hecho del tamaño del planeta;
Cuando las abejas rompen el pecho con sus alfileres.
Entras a mi sangre sin tocarla. Manantial de arcanos.
El eco de su martillo desemboca en antorchas fugitivas.
Luz siempre, poesía en mis pulmones. Luz siempre, poesía,
Hundida en mis ijares.
Luz siempre, espina inasible en mi costado.
Luz siempre donde la ceniza pierde el juicio.
Luz siempre, sábana inexplicable en lecho del tiempo.
Barataria, 13.XII.2009

viernes, 18 de diciembre de 2009

Huella de la sangre

Cada calendario tiende huesos como sábanas. Hay pesadillas
En la sombra de los colmillos, en la jaula de los rostros,
Autor de la fotografía: Roberto Prada Alfonso










Huella de la sangre








En medio de la noche y de la soledad,
Danza como una antorcha su fantasma en el aire.
CHARLES BAUDELAIRE

yo huyo, pálido, deshecho, obsesionado por mi sudario…
STÈPHAN MALLARMÈ






Cada calendario tiende huesos como sábanas. Hay pesadillas
En la sombra de los colmillos, en la jaula de los rostros,
Y en ese abrevadero sin piedad de las entrañas.
La sábana de la intemperie rompe los labios. La bestia ciega
De la noche los hace jirones. —¿Dónde estuve antes
De las falsas alegorías, de los pies rompiendo las nubes?
Nadie lava el alfabeto en medio de abismos. Sobre gradas
Agolpadas en los poros, en el tacto que reclama al viento ciertos
Acertijos para acariciar el vitral monocolor de la hojarasca.
El cielo devora los últimos tragaluces del insomnio.
Los brebajes son una retranca para el olvido. Imposible tejer
La roca inerme con la saliva de los pájaros.
Imposible abrir la puerta del infinito sólo con el pecho.
Los días soleados organizan minuciosamente la caligrafía.
Dafne sobrepasa cualquier señal de pañuelos o sábanas.
La acechanza va más allá a cualquier cubito de hielo en las sienes.
Ante las ausencias cualquier color es bueno.
En la incertidumbre de un pétalo bebo hostias de sombra.
[Dime que no simulas cuando entras a la zona del delirio,
Dime que el reino nuestro está en este mundo,
Dime que entrada la noche no seremos cazadores furtivos,
Dime que no guardaremos el follaje en armarios en desuso,
Dime que el musgo no crecerá en las ventanas].
El escombro diario raspa mis zapatos. Corroe el ángelus,
El Padre Nuestro y torna en óxido la hora primera no la postrera.
Siempre los espejos son un largo camino en el deseo.
A menudo inmolamos los hangares de las retinas.
En los jardines de los cuervos únicamente hay sombras.
De vez en cuando en los peldaños de la piel se juegan exorcismos.
De vez en cuando la luz nos muestra los cántaros rotos
De la fantasía, la sal constelada del sollozo,
La lluvia temprana de las cartas y las fotografías.
¿Hasta dónde la zarza del vértigo toca la niebla, o se torna
Arma secreta en los senderos, en las baldosas de la bruma?
—Uno siempre va ascendiendo a los jeroglíficos,
Como una burbuja en medio del mercado. Alguien los pedazos
De historia. Alguien se vuelve indecible en la noche,
En la apoplejía de los discursos, en el barranco de la congoja.
Ser uno es quitar los muros de las estaciones:
—amanecer corriendo contra la tristeza, vaciar los zumbidos
De los guijarros,
Y morder algún pájaro en el territorio de la lejanía…
Barataria, 17.XII.2009


jueves, 17 de diciembre de 2009

Canto a la ceniza

En el jardín de la noche los árboles se visten de porcelana.
El viento arrebata los sombreros de los árboles.
Autor de la fotografía: Joseba Arrizabalaga Arteta








Canto a la ceniza








…puedo gritar, gritar hasta romper el techo…
FÉLIX DE AZÚA








En el tejado la luz del día transforma el polvo de las vestiduras.
Cada pájaro anda los sueños en las plumas.
Un día menos pensado las vocales respiran escaleras.
La lengua sube hasta los espacios de la cruz
En el jardín de la noche los árboles se visten de porcelana.
El viento arrebata los sombreros de los árboles.
Las orejas de las piedras crecen como raíces gigantes.
Los trenes cuelgan de los péndulos hasta desgastar su eco.
Las nubes grises siempre se convierten en el periódico
De todos los días, en la lágrima suelta sobre los cabellos.
Los niños que salen a la calle terminan siendo el sandwiche
De la violencia: —En el bolsillo ya no cabe el aire
De los anhelos, ni el blanco y negro de la impunidad.
Los espacios azules sólo se ven en los hoteles de cinco estrellas;
No en el petate donde bailan los piojos y las pulgas.
Alguien nos metió en la cabeza que el blanco es símbolo
De la paz y así, con el rostro también blanco nos cantan
El Himno a la Alegría. En seguida sangra el caballo de la muerte.
Hay cortejos fúnebres en el pensamiento:
¿Dónde encuentro manos y brazos sin heridas?
Jinetes de ponzoña maduran en el aliento; ahí los hisopos
Cabalgan como sepultureros, desenvueltos en huesos
Por las calles donde sólo cabe la noche como compañera.
Astillas de fuego lamen las alas.
Y así busco el chubasco de las semillas en la lluvia.
¿Hasta cuándo la noche será azor en medio de relámpagos?
—Los troncos de la respiración como muñones secos, los aleros
Evasivos de las lágrimas, la sal misma que lame las pupilas.
Desde siempre la sangre nace diariamente en el combate.
Quiero un melón de ternura en los nidos de la voz,
Y no el mal agüero, sombreado por guijarros y hojarasca.
Siempre me toca abrazar las palabras perdidas de medianoche.
—Y esa bufanda de brisa distinta a la risa.
En el follaje alrededor de los zapatos, caben peces ahogados.
Canto a la ceniza en esa flama que el carbón deshace.
Un portal de mortajas cubre las sombrillas del calendario.
Rígidas miradas alimentan los comejenes de los símbolos.
En los cementerios las mariposas elevan sus consignas.
¿En qué sitio puedo guarecer la blancura de mis uñas, o los lirios?
—cada vez la tierra se vuelve absurdo camino.
Las constelaciones destejen el último suspiro del día;
Mientras tanto los pájaros se pierden en el desierto de las palabras.
Los atrios del alba no resplandecen en el cielo.
Un día es menos cierto que la baba de las estatuas.
[Entre el estertor que me producen tus senos, entre las isla aceitosa
Que me refugia, camina el ojo y este grito de pájaro].

Ante los días y sus muros sin profecías de Jericó,
Alargo estas desgastadas puertas del suspiro…
Barataria, 08.IX.09

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Sistema de disfraces

Entre palcos y conjuros; entre hierros no de conjuración
Dialéctica, los disfraces mullidos de la incertidumbre.

Autor de la fotografía: Manel Miana Hernández







Sistema de disfraces







Salgo de un lugar y voy a otro, me inspiran compasión las jaulas.
No soy distinto al péndulo en la cueva ni al nadador vendado,…
JUAN CARLOS MESTRE

Me arranco los bigotes de crepé. Me borro el negro de las
cejas, el rojo de los labios y las rayas que marcan
las arrugas. Me unto la cara con vaselina hasta dejarla bien limpia.
JOAN BROSSA






Entre palcos y conjuros; entre hierros no de conjuración
Dialéctica, los disfraces mullidos de la incertidumbre.
Uno deduce aquellos torpes chasquidos del crepúsculo,
—esos vientos adiestrados en las plumas,
En el cartón de los ojos, en la balanza de la justicia.
Hay mucha negación en el color rojo de la noche. Hay horas
De la tarde inmóviles, —trenes sin asidero en los pétalos,
Cientos de dedos mordiendo los dedos de la noche,
Siglos escondidos en el amarillo de los brazos y las palabras.
Cada quien simula la altura de su propio pensamiento,
Aunque esté al ras del suelo, aunque escrito esté que ya no hay
Milagros en estas aguas dispersas del arrullo.
Aguas de marga calma en las enredaderas.
Uno mira alrededor las soledades del pensamiento en la garganta.
Las pocas páginas sin nubes en los periódicos,
Los maquillajes como llaves de un paisaje estéril.
Llevo lazarillos en la sangre para convertirlos en arrayanes:
La claridad se pierde en el hálito de la fragua. En esa mordida
Temblorosa de las flechas en pleno transitar de las hojas.
Uno vive en medio de feroces caras.
Las ganzúas mentales transitan impunemente en el aire.
Uno siempre busca respuestas en el tonel de las vitaminas;
Pero no siempre vaticinan la pestilencia, los afeites encubiertos,
Atrás de esa otra piel de las aglomeraciones.
A menudo las sombrillas llaman nuestra atención por su evidente
Esquizofrenia. —aunque de cierto son así frente al horizonte
Desvelado. Las puertas siempre se quedan en el umbral
De las pupilas. Un lecho de piedras rodea el misterio.
Uno cree que el aire puede derribar las cataratas de las máscaras,
Pero no es así. En ellas siempre persisten los caballos de la noche.
El aluvión de la muerte, y el drama de los ijares hecho zarza.
Es triste entrar a los nombres inexistentes del aliento.
Como lo es la realidad con toda la salmuera de loa abrojos.
[¿Qué día serás para verte en el ocote de la lluvia?; ¿qué piel serás
Fuera del aluvión de los pararrayos? —aguas sin el estrago
De lo sórdido. Piedad emergida del bálsamo. Un instante de jazz
Disuelto en el cierzo, o en el celaje abierto de mis pétalos.
Qué día nos quitará las sombras y nos acerque a la ventana
De los amantes, a lo humano que somos en el sueño].
Vivimos en el pasto de embalsamadas memorias. Vivimos bajo
El suplicio de las sábanas junto a lápidas amargas.
Nadie se atreve hoy a desvelar las máscaras heladas del tanteo,
El autorretrato solo a tras de los espejos. Nadie.
Nadie atraviesa la alucinación de ciertos paroxismos. La hora
Fecal del espectáculo, los huesos de la ansiedad sin lágrimas.
Nadie se atreve a transitar el patio de las ardillas como ejercicio
Para desvelar los telones de las nubes coaguladas en las sienes.
Nadie sube al ultramar de los relojes, en barcos de libertad plena
Por miedo al mapa del horizonte…
Barataria, 15.XII.2009

martes, 15 de diciembre de 2009

Fuente del desvelo

Al respirar me desvivo en la añoranza ciega de los rastros.
Puente del desvelo, la sábana de Dafne y sus siglos
De malecón en la memoria.
Autor de la fotografía: Juan Carlos Martínez Salvadores








Fuente del desvelo







…todo en cadenas mil está sumido
y aún el raciocinar ya prohibido.
CONDE DE NOROÑA

Los solsticios cuajan el dolor difuso en una dura joya adamantina.
Delante del olvido nuevo, la única nube en el cielo será el sol.
RENÉ CHAR







Al respirar me desvivo en la añoranza ciega de los rastros.
Puente del desvelo, la sábana de Dafne y sus siglos
De malecón en la memoria.
Hacia la soga de lo diurno concentro mis aperos arcaicos.
Aunque cruje el tragaluz del tránsito, bien abro el cuaderno
Del armario. —Claro que los aleros, en un momento
Se tornan una lección abierta de pabilos.
Cuando subo al terraplén de las aceras, el estupor salta
Con sus anillos de cíclope. También el aleteo sigiloso de las ventanas.
Siempre este trajinar en la conciencia del polvo,
Me lleva a los demonios de la penuria,
Al vitral que los poros deshacen en las aldabas,
Al conjuro de hacerme tránsito en los encajes de la ceniza.
A fin de cuentas, sólo existe una manera de saberme vivo:
—La difusa piedra que imita los corazones. El agua enajenada
Del olvido o, quizá, la mano oscura que regenta la neblina.
De pronto hay tanto cansancio en los ataúdes que el ahogo
Se vuelve oneroso; es terrible que la muerte genere plusvalía.
Algo me dice que algunos se pasan la moral por la epiglotis.
Algo me dice que a los circos hay que ir sin ojos y oídos.
El humo es tal que azota mis pantalones.
La carne está entre las barajas de la agonía.
El rumbo lo construyen las aguas de las azoteas.
Un día quizá sólo seremos pálpito de flácidas semillas.
Creo que no me puedo confiar al “subibaja” de los niños,
Ni a los dolores de pecho que causan los dibujos virtuales.
Todo cuanto es pierde perpetuidad.
En el viaje hay que atajar los dos costados del aire. Y la ropa genesíaca,
Horadada por los dientes.
¡Cuán cierta es la furia de la realidad! Cierta en empeños.
Cierta en el escapulario de los poros, cierta en el trasiego
De las puertas, cierta en los terrones del aleteo.
¡Cuán cierto el nudo de la luz en los números arábigos!
Los atriles de la duda, los vagones del cansancio.
Desde este desvelo me nutren todas las ausencias posibles:
—nunca la respiración es ajena a los apiarios.
Nunca debajo del tronco, pervive el ojo limpio.
Se ve o se mira en la redondez de los hervores.
Se oye el anaquel del sueño en las olas. Arde la cuna de mis zapatos.
Todo aquí es esa locura del minuto.
A menudo para la ternura, es necesaria la desmemoria.
A menudo para el amor es menester convertirse en ermitaño.
Así será posible repartir los granos de aire en guacales florecientes.
Barataria, 11.XII.2009

lunes, 14 de diciembre de 2009

Insomne afán

Antes como hoy, la Nada prefiere acariciar los huesos del césped
Y reir frente a la incineración de los cigarros.
Miquel Sancho Subirats









Insomne afán







…en algún lugar de la Tierra
yo andaré insomne por algún pasillo
FÉLIX GRANDE

…y me rompo la vida, y más me afano,
y arriba voy volando en un suspiro...
JAVIER DE BENGOECHEA








Perseguido soy por disfrazados guardianes del status quo.
En muñones de tiña, la dialéctica es la sobremesa.
En los ojos las telarañas hacen su propia escritura.
Cada quien le roba un pedazo de cuento a las mariposas.
Antes como hoy, la Nada prefiere acariciar los huesos del césped
Y reir frente a la incineración de los cigarros.
Cuando niño los kilómetros del pulso servían para deslizar
Los trenes de mi fantasía. Ahora para saber la distancia amarga
Del aire estéril en los caminos.
La sed me aguarda en el balcón del murmullo.
En la axila de las sábanas guardo mi sombra. Ahí lucho con el calor
De las respuestas, con el placer de arrastrar mis ojos cerrados,
Por todos los demonios que inútilmente me persiguen.
Nací sin poder vender al mejor postor mi alma. La idiotez es capaz
De lanzarle injurias a la razón. —Al menos eso digo cuando
Quiero conocer mi propio ADN a la luz de cualquier postrimería.
Bajo los efectos de las células madres, me gustaría reinventar
Los mercados de pulgas, sin la arrogancia de las grandes vitrinas.
De hecho, también me gustaría hacer ceniza de las pirámides
Y hacer trocitos de analgésicos para los falsos políticos
Que cubren la mano contagiosa de su alcoba.
Sueño con el sueño sin negar la movilidad de los gusanos,
Sin olvidar que la muerte usa hoy máscaras sofisticadas, y bisturís
Como la fatiga y ropa relevante que no usan los muertos.
Sólo el ojo de la impotencia quiebra mis brazos. Aborrezco los domingos
Genuflexos, la monotonía en cadena de los sordos,
Aborrezco a los miserables que quieren traficar con el olvido
Y escarban en las inteligencias más conspicuas.
El dolor me ha vuelto un espejo imposible de olvidar al momento
De masticar ciertos condimentos —no necesariamente afrodisíacos.
La monotonía sin tirantes es deleznable. Lo son también
Los campanarios sin arco iris, sin el diezmo del badajo.
Un día moriré en el hocico doméstico de los perros, nueve cuartas
Arribas del crujir de los dientes y la fritanga.
En cada suspiro rompo las axilas del grito, las solitarias quebradas
De la fuga, la carne seca del abismo,
Los despojos que dejan las hormigas en los paralíticos,
La muchacha que me hundió en la opulencia de los grises,
El vampiro de las visiones que nunca me dejó tener sosiego.
En cada hoy, hay un ayer de espejismos: —el atavismo de las heces,
Los petardos del rap a la hora de la siesta,
Y ese vampirismo vegetativo que nunca es aliciente para nadie.
Barataria, 05.XII.2009

sábado, 12 de diciembre de 2009

OMBRA, AL MEU COSTAT-poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó

No hi ha més companyia que aquesta oïda sorda de l’aire. Bandeig
Del riure desitjat, desembolicament de la set a la gola.

Autor de la fotografía: Carlos Abejón Medina








OMBRA, AL MEU COSTAT
poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó








Y yo, mortal, emponzoñado mi ocio,
en mi sombra, a mi lado, vi cómo
me vencía el grave pensamiento.
JOSEP CARNER

El aire en el oído se muere sin recordar…
JOSÉ LEZAMA LIMA






No hi ha més companyia que aquesta oïda sorda de l’aire. Bandeig
Del riure desitjat, desembolicament de la set a la gola.
Només al meu costat, aquesta ombra de movedisses plomes: —lleu pell
Damunt de les platges del soroll. Cabells que de sobte desdoblen
Les palpebres, gebrada de la fullaraca.
Els rius del sospir resplendeixen en les aigües.
Coll a coll la brisa remembra les ombres.
Després els espills en la respiració subtil de la rosada.
Després la llum tornant-me fosc.
Després la incandescència respirant en les llentrisques.
Al capdavall el llindar metàl·lic de les portes en l’entrecella.
Al capdavall fora dels murs de la falconeria, d’aqueix renill de rellotges
Insomnes, d’aqueix assetjament que embriaga els encensers.
El meu costat fosc té absència de cristalls. Ací les ombres.
Les burilles com fulles trepitjades per transeünts forassenyats.
Ací la sutja prima als mocadors.
Ací el rovell dels ferros.
Ací el fred a les orelles de la gespa. A la porta de colp
De la saliva. A les torres de sang eixamplada en la pell.
A vegades he descendit a la llengua abissal de les pedres.
—De sobte són així els jocs prohibits de les baralles.
Els passos cecs damunt de l’escurna de la memòria.
Es mor sense recordar els dits de les estrelles en les nines.
El cos es torna fragment de pissarres: —La memòria
Que parpelleja en la humitat, en la respiració dels molls.
El somni causa nits submergides en estanys.
En el fons els fils del record s’assemblen a la agulla
Enfilada de les finestres,
Amb aqueixa fronda mossegant la mitjanit.
No hi ha més companyia que aquesta oïda sorda de l’aire. Aquests crancs
De dubitació nocturna. Aquesta arenga de les pestanyes.
Aquest fred secular de les nines. Aquest tast perllongat de peixos
Grocs. I si de cas l’hagués, -una simple compañía-,
Valdria tant com un abric de branques.
Però en aquest venciment, on les plagues sumen la sal de les aigües,
Només és pròsper aqueix roper de cercles
On la fuita real és aparent.
Per això em quede a les aixetes pontifícies de la serena amb els ulls
A l’abrull, amb la foguera bevent-se els balcons.
Mentrestant, mossegue buganvilles de vigília
I aqueixos còdols eterns que mantenen les pires…
Barataria, 01.XII.2009








SOMBRA, A MI LADO







Y yo, mortal, emponzoñado mi ocio,
en mi sombra, a mi lado, vi cómo
me vencía el grave pensamiento.
JOSEP CARNER

El aire en el oído se muere sin recordar…
JOSÉ LEZAMA LIMA







No hay más compañía que este oído sordo del aire. Destierro
De la risa deseada, desliamiento de la sed en la garganta.
Sólo a mi lado, esta sombra de movedizas plumas: —leve piel
Sobre las playas del ruido. Cabellos que de pronto desdoblan
Los párpados, escarcha de la hojarasca.
Los ríos del suspiro resplandecen en las aguas.
Cuello a cuello la brisa rememora las sombras.
Después los espejos en la respiración sutil del rocío.
Después la luz volviéndome oscuro.
Después la incandescencia respirando en los almácigos.
Al fin el umbral metálico de las puertas en el entrecejo.
Al fin fuera de los muros de la cetrería, de ese relincho de relojes
Insomnes, de ese asedio que embriaga los incensarios.
Mi lado oscuro tiene ausencia de cristales. Ahí las sombras.
Las colillas como hojas pisoteadas por transeúntes desaforados.
Ahí el tizne escuálido en los pañuelos.
Ahí la herrumbre de los hierros.
Ahí el frío en las orejas del césped. En la puerta de golpe
De la saliva. En la torres de sangre ensanchada en la piel.
A veces he descendido a la lengua abisal de las piedras.
—De pronto son así los juegos prohibidos de las barajas.
Los pasos ciegos sobre la chispa de la memoria.
Uno muere sin recordar los dedos de las estrellas en las pupilas.
El cuerpo se vuelve fragmento de pizarras: —La memoria
Que pestañea en la humedad, en la respiración de los muelles.
El sueño causa noches sumergidas en estanques.
En el fondo los hilos del recuerdo tienen parecido con la aguja
Enhebrada de las ventanas,
Con esa fronda mordiendo la medianoche.
No hay más compañía que este oído sordo del aire. Estos cangrejos
De dubitación nocturna. Esta arenga de las pestañas.
Este frío secular de las pupilas. Este sabor prolongado de peces
Amarillos. Y si acaso la hubiera, —una simple compañía—,
Valdría tanto como un abrigo de ramas.
Pero en este vencimiento, donde las llagas suman la sal de las aguas,
Sólo es próspero ese ropero de círculos
Donde la fuga real es aparente.
Por eso me quedo en los grifos pontificios del sereno con los ojos
En el abrojo, con la hoguera bebiéndose los balcones.
Mientras tanto, muerdo buganvillas de vigilia
Y esos guijarros eternos que mantienen las piras…
Barataria, 01.XII.2009

viernes, 11 de diciembre de 2009

Estatuas

Desde siempre las estatuas guardan los secretos de las calles:
—urden en sus axilas incólumes, la alegoría de los pájaros,



Estatuas




Aquel cuyo rostro no irradia luz nunca será estrella.
La eternidad está enamorada de las creaciones del tiempo.
WILLIAM BLAKE

Oigo los pasos de los hombres
que transitan por aquí…
GUNNAR EKELÖF





Desde siempre las estatuas guardan los secretos de las calles:
—urden en sus axilas incólumes, la alegoría de los pájaros,
Las sombras grises del alfabeto, los abismos de los mediodías
Evidentes, y hasta horadan los calcañales de un cazador
Furtivo de lámparas enmohecidas.
La maleza de los ojos se pierde en las encrucijadas.
Luz entreabierta al celo de la vigilia, a la perennidad
Sin esplendor de alcancías, al susurro enmohecido de la noche.
A veces el País lo pone a uno como reliquia de la intemperie.
Porque es mejor el silencio a la algarabía. Así no se transpira
Azufre y se evitan los hedores. A veces me asumo como la piedra,
Hasta el final imposible de mis días.
—Claro que es nostálgico no padecer de hambre; ni usar
La sartén por el mango,
Ni apretar el sol de la escritura.
De pronto las estatuas no saben circular en medio del tráfico,
Ni tocar el mimbre de los atardece eres errantes.
Ni evitar la acechanza de otros delirios, —esos delirios de poder
Que la historia aviva con sus manos de matrona.
[Un día vos y yo lameremos el rabo de los perros para confundirnos
Entre tanta polución de contradicciones;
Anudaremos las maquinaciones al sueño y a la saliva.
Así podremos vislumbrar los pétalos de la transparencia,
Los nudos de la trama en el laberinto de los roedores.
Sé que seremos felices algún día: cuando seamos esa inmensidad
Abandonada en los parques, cuando la corona de espinas nos consuma
Por segunda vez o por tercera, según las escrituras]

—Seremos estatuas flotantes del nuevo emporio, del sigo, digo,
Sin esos eufemismos con perfume. Seremos, simplemente.
Y así, siendo espejo contaminado, pequeño guijarro del suelo,
No podremos ser la cocina yerta de la fauna.
Un día nos matarán las heces fecales del disfraz.
Quizá la irreverencia sin vestidos frente a la caligrafía, quizá
La respiración de los insectos en la montura invisible de las máscaras.
Alguien nos alcanzará con un corazón de telarañas.
Debemos recobrar la memoria albergada en los zapatos.
La distancia que perdimos en la respiración de los retretes.
El polvo menos impío de los deseos.
Arrojar la perversidad a la hoguera. —Las barajas descuartizadas
En los contenedores, esta inmolación de los jardines.
Después de todo no sé si fueron ciertos sicarios con frac los que,
Nos eligieron para la posteridad; o simplemente el hado
Nos jugo una mala pasada de precarios espermas.
La temperatura juega a las emboscadas en las sienes.
En el fondo no hay constelación de prodigios, sino redes sazonadas
En la salmuera de los ojos.
En el fondo, ningún aplauso evita el letargo del oprobio.
Ni hace de estos rostros ya sin vértigo, efigie de la luz,
Sino un rehén en las propias sombras de los fantasmas.
Barataria, 09.XII.2009

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Mar a fondo-André Cruchaga

Mar a fondo la noche total de mis sentidos. La cama en el rostro,
El pecho apuntalado por tiestos de Calipso,...

Fotografía tomada de la red








Mar a fondo








Los que vestimos cuerpos como trajes envejecidos
a quienes basta el hurto o la limosna de una migaja que es
todo el pan y la única hostia
hemos llegado al litoral de los siglos que pesan sobre
nuestros corazones angustiados,
SALVADOR NOVO







Mar a fondo la noche total de mis sentidos. La cama en el rostro,
El pecho apuntalado por tiestos de Calipso, el andar humedecido
Por los días, la imagen carnal, sin limites en la habitación.
La asfixia casi toca los huesos. La finitud de las certezas
Arrancada a ciertas ambigüedades, la liturgia del aire en los párpados,
—A veces la luz desfallece en los jardines, la profundidad ahoga
Las parábolas; gotea la herida instantáneas de párpados.
¿Hacia qué fondos la ceguera hace sus manufacturas? —¿Hacia
Qué calendarios la mesa coagula la comida, esas endurecidas
Palabras del grito? Los ojos giran, ligeros, alrededor de los objetos.
Aguas sombrías llenan el costado sacramental de la ráfaga.
Soy un comensal en el delantal del musgo. Braceo en el coral
De ciertos peces, en el apogeo de esa extraña luz, mundo agrietado
De flautas. Cada paisaje arde en los caracoles. Cada rastro
Es un corazón fermentado en la común trama de los espejos.
Hay crímenes al otro lado del sueño: —perros solares tendidos
En el alba, desnudos amantes que se alejan al desvanecer
La conciencia en las fotografías. En el ojo se instala el frío de la impunidad.
Los abuelos condenados a la desesperación, la anatomía crítica
De los clavos, el viejo tormento de los inviernos estacionales.
La Patria y el amor nunca llegan cuando se lloran. Nunca una guitarra
Revive los ojos, los pájaros repetidos que se alzan en la tarde.
(Para qué los brazos si no sirven para asir el olor a los vestidos;
A menudo el huracán lame los relojes donde el respiro caduca. En el atril
Del paladar no cabe el invierno con todo su alfabeto, pero sí,
Los rincones del sigilo, el desvelo del suspiro en el arco iris)…
En este mar a fondo hay noches y sed. Hay miseria y tortura.
—Siempre este País insepulto traicionó mis sueños. El desdén, la traición
Son permanentes: ¿Dónde estás mientras agonizo? ¿Dónde te encuentro
Sin ver sepulturas, con una pizca de zumbidos, agonizante
En la necesidad de los ovarios, con un frasco de esperanza y sin barbitúricos?
No sé a fin de cuentas dónde te encuentras. No sé del vestido tornado
En fortaleza, ni en quién reclinas tu arquitectura.
Frente al ansia y el despojo renace el olvido y la estridencia de los muertos.
Hay días donde la lágrima resurge con ímpetu. Hay días donde la miel
Es un viejo litoral de acantilados, obsceno lazo de ahogos.
Sucede que las falacias se abren en trozos de pan. No en feliz asombro.
Los días son más ciertos cuando punzan la quejumbre.
Cuando la herida se llena de clamores, y el llanto es un retrato
De crisantemos. (Y aunque la paradoja sea un poco afortunada,
La oscuridad alcanza la legibilidad de los dientes, la degradación
Exacta de las vísceras, y el antiguo submundo de las ventanas en los ojos.
A menudo es la retórica la que se encarga de los simulacros. Por lo demás,
Conozco el retruécano de los discursos y el disparo a la racionalidad).
Nunca me dices nada de esta tortura que depreda los cuadernos del día.
Nunca estás aquí conmigo soportando la baba de las puertas cerradas,
La herrumbre sin tregua de la descomposición,
Los árboles cortados donde grazna el horizonte, las víctimas ahogadas
En las cloacas y esa mañana donde decapito mi esperanza.
El mundo nos arrastra con su puñal desorbitado hacia espacios
Donde los jardines se disecan…
Barataria, 27.VIII.2009