sábado, 23 de febrero de 2008

Mi dolor en tu regazo_Poema de André Cruchaga

Ilustración: Wassily Kandisnky.





Mi dolor en tu regazo




¿Hundiré mi dolor en tu regazo
Tibio y silente de vuestra existencia?
José Moreno Villa


Hacía dónde camina este oasis mudo
De la carne —desgarrado cuerpo,
Doliente soledad de las ideas
Hundiéndose en la escenografía de agónicos
Fuegos artificiales.
Hacia dónde, perdido en la neblina, sin tus manos:
Ráfaga roja en mi locura de demonios y angustias.
Hubiera querido que el espejo fuera tu propia carne,
Río de ternura, embriaguez de polen,
Secretos surcos donde la voz no desespera,
Ni el día baja con ceniza de pájaros.

El tiempo siempre nos llena con frágiles goces.
Hora tras hora el reloj con sus ráfagas de vértigo:
Piedras en las pupilas como celdas de categóricos fósiles.
Hundiré mi dolor en tu regazo de luz:
Mundo entero para mis aguas abruptas;
Deletreo hojas amarillas en los fósforos
Tendidos de la noche
—el mundo arde de sombras; está al borde
De trenes delirantes y líquidos rieles,
Donde las vértebras lloran hambrientos túneles.
Y aunque la voluntad nos prometa desnudos
Espacios siderales y húmedos besos,
La noche está allí, ululando, con sus redes de ceniza,
—empolla sin tregua campanarios de confusos
Amaneceres y calendarios.

En ti mi dolor. Pájaro ebrio en tu rostro.
Puerta donde las vigas sostienen el sollozo,
Las raíces ansiosas de la tormenta,
El golpe aturdido de las luciérnagas,
Los peces del pecho absorbiendo el delirio
De las aguas ensimismadas de los grises.
En ti mi grito. Toda la existencia aullando.
Todos los brazos como puerta: —alacena infinita,
Cauce de mi débil carne: tierra donde habita la ternura.

“El mundo me ciñe”. El mundo que juega a la angustia
Y abre el torrente de los precipicios
Y lame la aurora de descorazonadas banderas.

“El mundo me ciñe”. Solo, aquí, con el universo de tus alas
Y el aullido de este dolor: —ruina y caos de mi voz:
Ruina y caos bajo el litoral del alfabeto,
Ruina y caos entre sórdidos espejos,
Ruina y caos supurando fantasmas de saliva…
Barataria, 23. 02. 2008.
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viernes, 22 de febrero de 2008

Isla (País)_Poema de André Cruchaga

Ilistración: Vasily Kandinsky




Isla (País)




A Jorge Bousoño y Elías Letelier,
Poetas entrañables.



Yo y la luz te inventamos,…
Manuel Altolaguirre


Te inventamos sin calles, sin edificios.

Eras apenas tierra y agua y noche:
Lápida inerte para los exploradores;
Corsarios vinieron y partieron. Deshojaron
Almas, sueños tribales y clavaron
En los maderos horizontes de fuga.

Nada pudo detener el casco y el estribo;
La brida fue el dintel; el arco, la fosa
Del cuerpo entre peces amarillos.

Resplandores vinieron después, parpadeos,
Perplejidades de silencios, oscuras muertes,
Ataúdes disfrazados de habitación
Y de ermitas,
Filos de la misma ceniza de la noche,
Gaviotas en el hilo del fuego, mudas
Al susurro del viento, lánguidas miradas
Del vocablo con olor a pólvora,
Ecos aprensivos de las batallas, estertor
Mutante del hambre, sepulcral amor
Entre la ola agrandada por la sangre
Y la desazón del tiempo con su espectáculo.

El gallo cantó las veces necesarias,
También aulló el lobo y el nahual;
No obstante, amaneció el miedo y el silencio,
La camándula sedienta
Y los conspicuos cabildos del abecedario.

La doncella con collares de hueso y jade
Y plumas, pasó al sempiterno artificio de dama
Del comendador o el encomendero.

Lo demás es historia sabida: sombra de cruces,
Sombra del metal y la madera,
Tejido de trauma y enigma,
Fierro presente en la carne
Como el crepúsculo entre los barrotes de la cárcel.

Sí, como ese crepúsculo horrendo
Con su memoria detenida en el horizonte…
© André Cruchaga
Barataria, 02112005
De: Pie en tierra
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viernes, 8 de febrero de 2008

Siempre será la noche..._Poema de André Cruchaga

Ilustración: Joan Miró





Siempre será la noche…




Siempre será la noche,
El silencio, cómplice conmigo;
Exacta realidad al contacto de mis manos.
La sustancia resquebrajada de mi carne
Descalza en las tormentas del silencio.

Estoy lleno del intenso maullido de la historia,
Del sentido harapiento que emana;
Hiriendo con sus vagones retorcidos
La luz informe del alma
Que ya avanzada en su noche,
Traga el humo espeso de la vida.

¡Ah, los sangrientos sudores de la vida,
lanzando ráfagas de bocas disfrazadas y enigmáticos insomnios!

Parece que la vida
―en su desenvoltura incesante―
sólo produce insoportablemente
Cortinas negras
Como esas que cuelgan
De las calaveras del infierno absoluto
Y del paroxismo dramático de la muerte:
—túnel sangrante de la tierra.

Sólo queda, entonces,
―entre la vida cotidiana
de lentas cenizas dolientes―
el silencio y la incertidumbre,
el minuto que adivina, enciende y apaga las esquirlas,
los intensos borbollones de la sangre
y los cirios de múltiples campanadas interiores.
31 de mayo de 1989.
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lunes, 4 de febrero de 2008

Noche final_Poema de André Cruchaga

Ilustración: Joan Miró





Noche final





Esta noche está llena de silencios.

“Nosotros, los sobrevivientes”, hacia qué hoyo
Vamos, cargando muertos todos los días.
A menudo despierto en ese sueño sin ojos:
Fin del final, noche de los sentidos,
Donde la sangre hierve de cuervos.
Yo, el sobreviviente, en qué alero de la casa
Debo resguardar la vida, huir
De los murciélagos, saltar las alambradas
De las sombras y escribir azúcar
En el delantal de mi madre.

Ella no sobrevivió y cerró la puerta con llave:
Un día se fue sabiendo el oficio de dar vida;
Se hizo acompañar del rocío hasta el final de sus días,
Su inefable aliento de serenidad,
Su cara de evidente soledad,
Sitiada por el hollín de la carcoma.
Recuerdo los húmedos monólogos de sus ojos
Y la madera de pino ardiendo en la respiración:
La ceremonia final de los relojes,
—así es la vida en la eternidad efímera,
Así es todo el imaginario inocente.

Esta noche gime desvelada en los recuerdos.

Soy ese sobreviviente —no ileso, de un laberinto
De odios y sueños, de musgo y ascuas,
De sospechosos amarillos, de oxidadas ventanas
Que recuerdan pañuelos ondeando
Como banderas, casas vacías
Y un albedrío de espinas:
—diluvio de espinas aterradoras y cascos…
Todos estos años ha sido de altavoces de huesos.
A menudo la transparencia es momentánea
Y equívoca,
Uno termina siendo el meñique del tiempo,
El arrimado a la densidad del búho y las luciérnagas,
El juego natural del planeta,
Maquinaria del grito.

Algo se rompe en la transparencia comercial
De las vitrinas:
—ese algo es la ilusión, símbolo de vida.
Todo termina siendo material para teólogos:
Llámese meditación trascendental o, simplemente,
Un ritual disfrazado de humanidad,
Pues los altares y los púlpitos son apenas,
Un fósforo protocolar en la página etérea del aliento.

Esta noche está llena de silencios…
Fieles candelabros vigilan la lágrima…
Barataria, 04.02.2008.
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sábado, 2 de febrero de 2008

Sombra augural_Poema de André Cruchaga

Ilustración: Joan Miró





Sombra augural




Sé lo que quiero decir
Y sé bien por qué lo digo.
Emilio Prados



Ya no seremos nosotros con los remordimientos
Del presente los que desnudemos el granito,
Y hagamos de la tierra una pócima de cianuro.
Otros están cerca del final, atesorando,
—entre caos y sombra―
El imaginario completo de otros calendarios.
Eterno ha sido el sobresalto en la almohada:
Morir con la carne fatigada,
Presos del despojo ―hipo, sin duda, de la tempestad
Misma, pájaros de sal agonizando en la niebla,
Hasta caer en celosías de dolor,
Dedos caducos sobre lápidas de sed.

La yo seremos nosotros los que recojamos la ceniza;
Otros anudarán las alas y tumbarán el miedo:
―gota a gota, ardiendo en violines;
Seremos Lázaros entre sedientas vidrieras,
Subiendo a puertos en barcos de deseos.
Fin de mundo esta gran noche del tránsito:
El poder hegemónico hizo imposible la vida con sienes profundas,
Descendió a tropeles, carcomió los huesos
Hasta hacer de la sonrisa un apéndice de humo,
Hasta hacer de los pies ilusiones ateridas…

Hoy, el aliento de los espejos nos convoca.
―su claridad es breve: tensadas trenzas de uñas;
Brazos de amarillos peces, nidos de yodo
Sobre paredes guardando la boca de pañuelos espumosos;
Ellos se yerguen en el pulso del horizonte:
―azogue, acaso, donde reposan féretros a escala
Y las entrañas sangran mármoles de sed.

Vivimos es un mundo de vestiduras impostadas:
La brisa secular deshila la conciencia: ―se huye,
Escapa con los temores propios del veneno que exhala.
La noche en la garganta, ciega noche,
Crucial vinagre en el cartapacio de los ojos,
Rotunda escarcha como minuto oscureciéndose
En las instrucciones doctorales de la saliva.
Nunca fue tan grande el sofoco del orgasmo,
Ni el pulso, como categoría agitada de la sangre.
Ahora, la historia abre la antesala del horóscopo,
Para tatuar con leche pasteurizada el laberinto
De la sequedad humana,
Que impasible se torna en obsesa diáspora.
Barataria, 02.02.2008.
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